lunes, 5 de marzo de 2012

La respuesta de Constaín

¿Recuerdan el la columna de Juan Esteban Constaín, en la que hacía referencia al debate en Oxford entre Richard Dawkins y el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams?

Pues allí Constaín señalaba que, a diferencia de Dawkins había algo así como ateos con fe en el ateísmo (?), dogmáticos. Como estoy acostumbrado a que ese tipo de acusaciones sean lanzadas contra Dawkins y no que él sea ubicado en el espectro adogmático del ateísmo, me llamó la atención este planteamiento y le pedí a Constaín que señalara con nombres propios y casos concretos un par de ejemplos de esos ateos dogmáticos.

Pues hoy recibí su respuesta en mi correo electrónico. Fue esta (que publico con su autorización):

Perdón, don David, por la demora en mi respuesta, pero estaba terminando un texto largo y aburrido. Muchas gracias por leer la columna y por ponerla en su blog y muchas gracias también por el mensaje. Seguramente no estamos de acuerdo y además creo que usted se equivoca cuando dice: "Porque para mí (y en lógica), esto es imposible. El ateísmo no es una afirmación positiva sino una falta de la misma. Así como muchos negamos la existencia de los unicornios por falta de pruebas".

El problema de muchísimos ateos -y conozco a cientos de ellos, me los he encontrado, son tantos que darle nombres haría esta respuesta infinita- es precisamente ese: que hacen de su ateísmo un acto de afirmación positiva y militante, una bandera, un intrumento del fanatismo. ¿Que usted no es así, o muchos ateos amigos suyos o famosos que usted conoce? Seguramente. Bien por ellos; bien por usted; bien po todos. Por yo sí sé de muchos descreídos -no agnósticos: esos creen en la duda y en la imposibilidad de afirmar nada- que han hecho de su fe (ah, ay) un motivo de orgullo y proselitismo. A ellos me refería y mi columna tenía que ver con eso: con lo terrible que son el fanatismo y la militancia en cualquier sentido; con lo estúpido que es el dogmatismo, sea el del ateo o el creyente.

Un saludo.

No le insistí más, y en cambio le agradecí por su tiempo, diciéndole que con dos nombres me habría bastado. Él, igual de amable en su segunda respuesta, me dijo que finalmente Dawkins sí cabría en la categoría (y me recordó el bus agnóstico, que hacen pasar por ateo) y me remitió al Manual de Ateología editado por Tito Livio Caldas, que ya reseñé.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.