viernes, 8 de junio de 2012

Gotti Tedeschi tiene miedo... y no de dios

El banco Vaticano es una de las cloacas más repugnantes de esa multinacional del crimen que es la Iglesia Católica. Tiene nexos casi con cualquier persona indeseable del mundo con algo de poder y se maneja al mejor estilo de la mafia, con la vida de las personas. Muy cristiana la cosa.

Para la muestra, Gotti Tedeschi, el ahora exbanquero de dios, tiene un miedo descomunal a lo que le puedan hacer sus colegas socerdotes:

El economista Ettore Gotti Tedeschi, de 67 años, fue llamado en 2009 por su amigo Benedicto XVI para que intentara adecentar las cuentas del Instituto para las Obras de Religión (IOR), más conocido como el Banco Vaticano. No mucho tiempo después de asomarse a aquel abismo con olor a azufre, Gotti Tedeschi, perteneciente al Opus Dei, entendió que la hazaña no solo era difícil, sino peligrosa, muy peligrosa. Lo de menos era chocar con el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, o que –como sucedió hace 15 días— lo despidiesen con cajas destempladas. El banquero de Dios temía algo peor, y así se lo dejó por escrito a dos íntimos amigos suyos junto a un expediente con documentación sensible: “Si me asesinan, aquí dentro está la razón de mi muerte”.
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Las memorias intervenidas al ya exbanquero de Dios contienen numerosos apuntes que probarían un rosario de operaciones ilícitas de todo tipo amparadas por la opacidad del IOR. Los medios italianos dan por hecho que existen anotaciones sobre la intervención directa de importantes prelados, faccendieri –esa palabra italiana que retrata todo un mundo de negociantes y conseguidores-- e influyentes políticos italianos, así como correos electrónicos muy comprometedores e incluso el número de cuentas corrientes repletas de dinero de dudosa procedencia. Una de las “ventajas” tradicionales del Instituto para las Obras de la Religión es su gran capacidad para lavar dinero sucio –de la política, de la economía— o incluso manchado con sangre, ya fuera de la Mafia o de bandas de criminales como la de La Magliana, que dominó Roma entre mediados de los 70 y los 90, y uno de cuyos últimos capos, Enrico de Pedis, fue enterrado entre cardenales en la basílica de San Apolinar.
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“Quiero subrayar el hecho”, dice el abogado, “de que el señor Gotti Tedeschi no entregó espontáneamente, es decir por su decisión, material alguno a los fiscales. Los fiscales de Nápoles y Roma se han hecho del material a través de un secuestro como resultado de las pesquisas ejecutadas por orden de la fiscalía de Nápoles”. Un mensaje a sus enemigos de la Curia: no soy un chivato.

Este es el golpe más reciente al banco de la Vaticueva, justo después de que JP Morgan Chase les cerrara la cuenta por falta de transparencia.

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