Hace unos días vimos cómo los padres wayú se llevan a los niños desnutridos de los hospitales para que en vez de recibir verdadera medicina, sean atendidos por el chamán de sus tribus — esto es jugar con las vidas de los niños, que no tienen la culpa de haber nacido en una cultura científicamente atrasada, incapaz de tratar efectivamente la desnutrición.
Y el devaneo multicultural apenas comienza. Ahora las autoridades indígenas han redoblado su apuesta y no permiten el ingreso de los programas del ICBF a sus comunidades: