sábado, 3 de marzo de 2012

La Razón como obligación moral

¿Recuerdan a Alain de Botton, esa vergüenza atea, que quería construir un templo ateo en el centro de Londres?

Este es uno de esos ateos que cree que la religión puede ser algo bueno y que incluso los ateos podemos aprender algo de ellas aparte de qué no hacer. Así dejó constancia en un artículo en CNN, en el que asegura que la pregunta de si dios existe o no es aburrida, o de poca relevancia, lo que le valió una lluvia de críticas desde la blogósfera atea. Entonces salió Hemant Mehta, el Friendly Atheist, a defenderlo.

Y este es JT explicándole a Mehta en dónde se equivoca él, en dónde lo hace de Botton y por qué la Razón es una obligación moral. No tiene pierde:

Mi amigo Jesse me ha dicho que necesito reevaluar a de Botton. Volví a leer su artículo de CNN y no creo que tenga que cambiar nada, pero quiero explicar por qué creo que la verdad es tan importante.

De Botton empieza su artículo llamando aburrida la cuestión de la existencia de dios. Tal vez piensa que es relevante, pero simplemente poco emocionante aunque así no es cómo creo que se lee su artículo. Si él piensa que la verdad es más importante que las acciones, entonces su pieza entera es superflua. Su tesis general se destila a su forma más pura en este extracto:

"Desafortunadamente, los últimos debates públicos sobre la religión se han centrado obsesivamente en, precisamente, este asunto [de si la religión es verdadera o no], con un obstinado grupo de creyentes fanáticos enfrentándose contra una banda igualmente pequeña de ateos fanáticos".

Es evidente que la verdad es relegada a un segundo plano frente a otras cosas en la mente de Alain de Botton y otros como él. Yo estoy aquí para explicar por qué no debería ser así.

Unas veces al año puedes apostar que un niño se enfermará con una enfermedad prevenible. En lugar de llevar ese niño al médico, los padres rezarán y rezarán (y reclutarán a otros para que recen). Lo harán durante semanas a medida que empeora la condición de su hijo. Su pulso se volverá más lento, su piel perderá su color, su respiración se evaporará, ellos llorarán de dolor y en ningún momento los padres llamarán a una ambulancia. Ellos mirarán y orarán hasta que el niño muera.

Si la palabra "malo" tiene alguna definición significativa, los padres que ven morir a su hijo lenta y dolorosamente, son malos. Son monstruos. Pero hay una cosa importante que tener en cuenta: estos padres amaban a su hijo. Amaban a su hijo tanto como amas al tuyo (o amarías al tuyo). Ellos querían que su hijo se pusiera bien tanto como cualquier padre amoroso. El mal de estos padres no surgió de las entrañas del desafecto. El error fue que los padres no son razonables. Eso es todo. Ellos tenían malas ideas acerca de cómo funcionaba el universo, que retorcieron su amor convirtiéndolo en el asesinato de su descendencia.

Y lo mismo ocurre con muchos de los que hacen daño a los demás, ya sea la Iglesia Católica acelerando la propagación del SIDA o los musulmanes tallando en los genitales de sus hijas, la irracionalidad corrompe las buenas intenciones. Es por eso que si tienes buenas intenciones, tienes una obligación moral no sólo para contigo, sino para con los que te rodean, que se ven afectados por tus acciones (que son una extensión de tus creencias), para tratar de averiguar la realidad lo mejor que puedas. Dejar de hacerlo es jugar con las vidas de quienes te rodean.

La respuesta regresará: entonces critique a las personas que son monstruos, deje en paz a los creyentes caritativos. Pero eso simplemente es imposible. Cuando critico a los monstruos de la fe, desde los padres que con amor ven morir a sus hijos a las turbas que aman tanto al pecador que votan en contra de sus derechos, debo criticar su principal defecto que no es una falta de compasión o de buenas intenciones. La mayoría de las personas en este planeta tienen buenas intenciones. El problema es que dejaron de ser razonables. Ese es su pecado. Eso es lo que hace la diferencia, que distingue a los monstruos de personas normalmente buenas. Es un pecado que es compartido por todos y cada uno de los cristianos caritativos.

Pero miren, dice Alain de Botton, qué tan útiles son las creencias erróneas. Es cierto que las creencias erróneas pueden producir buenos resultados. Por ejemplo, si creo que voy a morir si no dono $ 50 cada semana a la United Way, voy a ser una persona caritativa. Pero eso no es un argumento para mantener viva esa creencia, porque existen razones perfectamente cuerdas para ser caritativos que no requieren que yo abandone mi preocupación por lo que es verdad (y no aprueban tácitamente que los demás hagan lo mismo). Ya sabemos que las creencias falsas pueden tener consecuencias terribles en el mundo real, aunque, a veces, son capaces de catalizar la buena voluntad.

Sam Harris dice con razón que no necesitamos malas razones para ser buenos. Yo lo llevo un paso más allá y digo que usar malas razones para ser bueno, sin preocuparse por su verdad es una falta moral. Es permitirte que potencialmente perviertas tus buenas intenciones.

Esta es nuestra queja contra la fe, y por qué los activistas, como yo, no podemos tratar la fe como un aliado para la humanidad, incluso si ésta se parapeta en la mente de una persona buena. La fe es lo contrario de la razón. Es el enemigo más diamétrico de la razón. Se trata de una licencia para creer literalmente cualquier cosa. No hay una idea dentro de la suma de la imaginación humana que sea tan descabellada, tan en desacuerdo con la realidad, que no pueda promover la fe en su defensa. La fe apoya la idea de que Jesús quiere que reconstruyas casas. También defiende la idea de que confiar en los médicos es una ofensa a dios. Ninguno es más probable de ser cierto que el otro y ambos están apoyados por el mismo mecanismo. La reconstrucción de casas no va a desaparecer si ese mecanismo es destruido, ya que existen medios razonables para llegar a la conclusión de que uno debe ayudar a los demás. Pero nadie puede discutir que la razón le permite a uno rezar mientras sus descendientes se marchitan hasta desaparecer.

Lo que es peor es que dentro del cristianismo (y otras religiones), no sólo se nos dice que es aceptable o incluso noble tener fe en cosas que resultan falsas a través del lente de la razón (¿de qué otra forma se llega a la conclusión de que alguien se levantó de entre los muertos?), sino que debemos ser irrazonables o sufriremos el castigo eterno. No importa si esto hace que la gente sea caritativa a veces, es inmoral. No tenemos que comercializar el veneno como un tónico sólo porque no mate a todo el mundo.

Mucha de la gente que dice que "la verdad es menos importante que las acciones" ignora los horrores catalizados por la religión y se centran en las ocasiones en que el lanzamiento de los dados de la fe ha desembarcado a la gente en acciones filantrópicas. Al hacerlo, perpetúan la idea de que es aceptable ser poco razonable, siempre y cuando seas de la marca correcta de lo irrazonable. Pero la irracionalidad nunca es buena ya que es, sin duda, el enemigo de nuestro esfuerzo por ser mejores.

Por eso, cuando los fieles se defienden tomando un grupo selecto que no se han hecho monstruos por la irracionalidad y dicen: "¡Mira lo buenos que lo son!", sólo podemos gritar de vuelta: "¡Miren cómo son de poco razonables y miren cómo están difundiendo la idea de que está bien ser poco razonable!" No tenemos problema con que la gente sea buena, tenemos problema con la falta de preocupación por lo que es razonablemente cierto.

Es por eso que me veo obligado a rabiar cuando gente como Alain de Botten dicen cosas como...

"Desafortunadamente, los últimos debates públicos sobre la religión se han centrado obsesivamente en, precisamente, este asunto [de si la religión es verdadera o no], con un obstinado grupo de creyentes fanáticos enfrentándose contra una banda igualmente pequeña de ateos fanáticos".

No se puede ser demasiado obsesivo con lo que es verdadero. Es tu deber preocuparte por lo que es verdadero para asegurarte de que tus buenas intenciones son llevadas a cabo en los resultados que creas. Es también tu deber como una persona bien intencionada animar a otros a preocuparse por lo que es razonable y verdadero, porque todos estamos trabajando juntos aquí en la tierra, y las creencias erróneas nos afectan a todos. Ser un "fanático" de la razón es una cosa muy, muy buena. Alain de Botton trata de posicionarse como si estuviera por encima de la preocupación por la primacía de la verdad y, al hacerlo, se alía con la misma fuerza que produce lo peor de la humanidad.

Soy un defensor de la razón. Cualquiera que diga que la razón no es una prioridad, o que es menos prioritaria que la forma en que actúan algunas personas no se puede considerar mi aliado en ese frente.

Por eso, cuando Hemant dice...

de Botton más adelante ocupó los titulares cuando dijo que "la cuestión más aburrida que se pueden preguntar acerca de la religión es si todo el asunto es 'verdad' o no". ¿QUÉ? ¡PERO LA VERDAD LO ÚNICO QUE IMPORTA!!, dijo un grupo de ateos en respuesta. Parecían ignorar la parte donde dice:

En mi opinión, por supuesto, ninguna parte de la religión es verdadera en el sentido de ser dada por Dios. Parece claro que no hay Espíritu Santo, el espíritu, geist o emanación divina. La verdadera cuestión no es si Dios existe o no, sino a dónde lleva uno el argumento si llega a la conclusión de que no existe.

... no rescata a de Botton y a otros como él. No nos saltamos esa parte. Pero de Botton diciendo que la religión no es verdadera no significa que él le este dando a la verdad la importancia que es debida, sólo significa que está de acuerdo con nosotros en el ateísmo. Esto no significa que no esté siendo permisivo con los otros para que no sean razonables. Eso es lo que nos importa.

El hecho de no tratar de ser razonable, es la falta moral de los cristianos fundamentalistas, cristianos liberales, e incluso algunos ateos. Todos ellos están mal y deberían exacerbar la cólera de cualquiera que preocuparse por ser razonable es un requisito para cualquier persona bien intencionada.



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