domingo, 11 de agosto de 2019

La izquierda regresiva se marca un farol... más o menos



Ayer comentaba cómo la izquierda regresiva consiguió su venganza contra Peter Boghossian por atreverse a revelar la bancarrota moral y epistemológica de los sectores de la academia que han sido envenenados por el posmodernismo, primero mediante el engaño del pene conceptual y luego con el de los Estudios de Agravios.

A finales de esta semana la izquierda regresiva estuvo de fiesta pues un anónimo había conseguido publicar una nota completamente inventada en la revista online Quillette. Quillette es un medio en linea fundado por la australiana Claire Lehmann, en 2015 ⁠— en cuatro años, la publicación se ha granjeado el más profundo odio de la izquierda regresiva por atreverse a cuestionar sus dogmas y desafiar el matoneo intelectual de rigor que se le hace a quien no se adhiera a los cánones posmodernos de los tiempos que corren.

Por esa misma razón, Quillette también se ha convertido en un punto de encuentro para quienes rechazamos el autoritarismo que cada vez se hace más prevalente en un nada despreciable sector de la izquierda. De ahí que odien la revista.

La semana pasada, Quillette publicó la nota de un marxista-leninista que se identificó como Archie Carter, quien aseguraba que el Partido Socialista de EEUU (DSA, sigla en ingles) estaba condenado al fracaso por cuenta de la corrección política. El artículo resultó ser el producto de la imaginación de Carter, quien había decidido engañar a la publicación para poner de manifiesto su supuesto sesgo de derecha.

Después de que el año pasado Quillette estuvo entre las publicaciones que celebraron el escándalo de los Estudios de Agravios llevado a cabo por Boghossian, James Lindsay y Helen Pluckrose, la noticia de que la propia Quillette había sido engañada para publicar una nota falsa fue recibida como una reivindicación por parte de la izquierda regresiva, y no hubo escasez de comparaciones entre ambos episodios.

Pero entre el asunto Sokal al Cuadrado y el engaño a Quillette media, por lo menos, una galaxia. Los journals posmodernos que publicaron los papers de los Estudios de Agravios existen con el exclusivo propósito de disfrazar su resentimiento de conocimiento; Quillette publica artículos de opinion. Sólo a quienes quieren que sus opiniones se les dé el estatus de conocimiento y las pongan a la par con la Teoría de la Gravitación Universal y la de la Evolución se les ocurre que el engaño que se le hizo a un journal académico y el que se le hizo a una revista de comentarios politicos y opinión son remotamente comparables.

Para rematar, las reacciones de ambas partes fueron diametralmente opuestas. Al enterarse que habían sido engañados, los responsables de los journals posmodernos hicieron un llamado a cerrar filas y acusar a cualquiera que cuestionara sus motivaciones de ser parte de una conspiración de la derecha para acabar con ellos. Al conocer su respectivo engaño, Quillette retiró el artículo en cuestión, Lehmann admitió el error (les ganó el sesgo de confirmación) y prometió redoblar esfuerzos para que eso no volviera a ocurrir. Ya me dirán ustedes quién esta más comprometido con la honestidad intelectual.

Por último, está el contenido. Mientras los journals publicaron encantados papers que básicamente hacían un llamado a que a ciertos grupos humanos se les violaran sus derechos y dignidad según sus rasgos de nacimiento, como el color de piel, la idea de que la corrección política se ha apoderado del DSA no es para nada descabellada. Unos días antes de que Quillette publicara el engaño de Carter, circuló por redes un video de la verdadera conferencia del DSA, en donde uno de los asistentes se quejó de la "sobrecarga sensorial", seguido por otro que exigió que se dejaran de usar pronombres de género para referirse a toda la audiencia:


A pesar de que la historia de Carter es falsa, tampoco es estrafalario suponer que al menos una persona salió de esa conferencia pensando que la corrección política estaba acabando con el DSA. Mejor dicho: la historia de Quillette, aunque falsa, era plausible. Hasta ahora, ninguno de los que ha celebrado este engaño como una victoria similar al de los Estudios de Género ha podido responder qué tienen de plausible las propuestas chovinistas que tanto le gustaron a los editores posmodernos.

(imagen: The Post Millenial)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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