miércoles, 18 de mayo de 2022

Herejes en Vivo, ft David Osorio — homeopatía y escepticismo 'empático'



La semana pasada fui invitado al episodio en vivo de Herejes: El Podcast para hablar de todo un poco, tomando como punto de partida la demanda al fabricante de homeopatía Boiron por engañar a los consumidores. Hacía unas semanas yo había visto el episodio con Lolo Espinosa sobre escepticismo empático y le comenté a Vasco, Alejandro y Bobby que tenía algunos reparos sobre el planteamiento de Lolo.

Ahí nació el episodio en vivo de la semana pasada — Herejes y Caro Solis En Vivo! Q&A #17 Gurú Asesino; Boiron y la Estafa Homeopática (ft David Osorio):



Aquí sigue un resumen de la conversación, condimentado con mis apuntes e impresiones.

Como Bobby se encontraba de luna de miel, su lugar fue tomado en esta ocasión por la periodista Carolina Hernández Solís, quien se llevó elogios como conductora del programa.

Vasco y Caro abrieron el episodio hablando sobre el asesinato de Debanhi Escobar en el estado mexicano de Nuevo León, la violencia de sexo en México, y cómo las autoridades han respondido ping-poneándose la culpa.

Después llegó Alejandro, transmitiendo desde donde su hermano en vista de que se había ido la luz en su casa, y luego me presentaron. Alejandro trajo a discusión el caso de la secta en Tailandia que se come los excrementos del chamán, quien acaba de ser arrestado... por violar las normativas de Covid (!). Esta noticia ayudó a que el episodio tuviera algunos comentarios escatológicos aquí y allá; aunque también sirvió para introducir la idea de que el problema con las creencias irracionales no es el extremismo, sino que sean ideas irracionales en primer lugar.

Luego pasamos al caso de Boiron, y cómo la homeopatía es un timo que defrauda a los consumidores. Tras un repaso de cómo Boiron es una mega-multinacional, y los certificados en línea gratuitos que otorgaban prácticamente a todo el mundo hace unos años, pasamos a preguntarnos cómo es que los charlatanes tienen tanto éxito en la venta de sus chorradas.

Mi hipótesis educada es que aunque hay muchos motivos que conllevan a la proliferación de embusteros que juegan con la salud y esperanzas de las personas, dos grandes factores en particular que contribuyen a esto son la falta de regulación y la negligencia de las autoridades competentes. Fue un momento adecuado para invocar la conversación en la comunidad escéptica de si las prácticas como la homeopatía deberían ser elevadas a la categoría de delito, y mi argumento de que aunque entiendo que los tipos penales de estafa y fraude ya cubren estas conductas, los fiscales no son seres venidos de otra dimensión, ni particularmente más inteligentes que la media, sino miembros de esta sociedad, así que puede que también tengan las mismas falencias educativas y cognitivas que han permitido que el New Age y magufadas similares ganen popularidad entre la población general, y que por tanto no está de más codificar su obligación de perseguir estas prácticas como los timos que son, y nos ahorramos que escurran el bulto de que no hacen su trabajo ni aplican la ley por las mismas razones por las cuales abundan los incautos por ahí que ponen su salud en peligro innecesario de manera voluntaria.

Yo no sabía cuál era la postura de Vasco antes del programa. Hasta entonces él pensaba que como las pseudociencias ya habían sido elevadas a la categoría de delito —en los tipos penales de fraude, estafa, y similares—, entonces no era necesario crear tipos penales específicos, aunque mi argumento le pareció lo suficientemente convincente y cambió de opinión ahí mismo, ¡en un instante! En todos los años que llevo de discusiones, divulgación y activismo, no recuerdo que nunca nadie hubiera hecho el cambio tan rápido. Por nuestros intercambios epistolares públicos sobre libertad de expresión yo sabía que a él no le duele cambiar de opinión, aunque no estoy acostumbrado a que alguien lo haga en el momento. Fue bastante refrescante — y una muestra de honestidad intelectual como una casa. Creo que podría acostumbrarme a tener conversaciones que sean más así.

Vasco recordó que en la entrevista a Pablo Salum (posiblemente el mayor promotor de leyes antisectas en Latinoamérica), este mismo tema había sido puesto en la mesa, y que mi argumento ahora le daba la razón a Salum sobre la necesidad de leyes antisectas específicas, a pesar de que las conductas coercitivas que caracterizan a estas organizaciones también ya se encuentran cubiertas en los Códigos Penales de varios países.

Aquí una pequeña digresión: entre Vasco y Caro concluyeron que mi argumento también le daba fuerza a tener el tipo penal de feminicidio como un delito aparte del homicidio. Yo no quería dañar el momento, y tampoco vi un momento oportuno para mecnionarlo, así que no dije nada, aunque no creo que sea igual con el feminicidio, porque el argumento sobre pseudociencias como delito responde a las falencias educativas y culturales de la sociedad que también pueden afectar a jueces y fiscales. El feminicidio es el asesinato de mujeres por su sexo (y su género). Admitiendo que los fiscales perfectamente pueden hacen parte de una sociedad machista que ve a las mujeres como inferiores a los hombres, el punto es que a esos asesinatos sí se les abre investigación — sean clasificados como homicidio o feminicidio— por lo que tener un tipo penal para que los fiscales y jueces no se hagan la vista gorda y pretendan que la conducta punible no está cubierta por el tipo penal que ya existe no es exactamente el mismo caso.

La diferencia entre un homicidio y un feminicio radica en lo que pasa por la mente del asesino, y hay uno que claramente es moralmente peor que el otro. Dicho lo cual, desde hace unos años vengo cuestionando que haya agravantes penales que se enfoquen en las deficiencias éticas del acusado — el ejemplo que siempre recuerdo es que en Colombia existe el agravante punitivo del parricidio (quien mata a su propio padre), porque esto siempre me ha sonado a un reclamo moral incrustado en el ordenamiento jurídico. Y si una parte no muy pequeña de mi activismo gira alrededor de que el Estado no tiene por qué hacer juicios morales y darme un tratamiento diferenciado por mis ideas (como por ejemplo, no creer en dioses y negarme a que mis falencias de salud sean tratadas por matasanos vendedores de pócimas), necesito ser congruente con que el Estado tampoco tiene por qué dar condenas criminales más severas a quienes no tienen una relación sana con sus papás, o quienes ven a las mujeres como poco menos que muebles. Por supuesto, esto no hace que esos asesinatos no sean moralmente más repugnantes, pero un buen sistema de administración de justicia tiene que abstenerse de someter lo que ocurre entre las orejas de las personas a valoraciones éticas. Por este motivo, no puedo evitar sentir que tipos o agravantes penales que se enfoqcan en hacer juicios morales del estado psicológico del imputado tienen una similitud pasmosa con el populismo punitivo. (Ahora: una cosa muy diferente es el feminicidio como herramienta de análisis social y como factor en la creación de políticas públicas incluyentes e igualitarias, campos en los que puede resultar extremadamente beneficioso y deseable, e incluso conseguir cambios sociales que prevengan —o al menos reduzcan sustancialmente— que las mujeres sean asesinadas por el simple hecho de ser.) En fin, volviendo al episodio...

Caro preguntó entonces que si la psicología era pseudociencia. Para mí la psicología no es pseudociencia, sino una protociencia, una disciplina que está luchando por volverse científica, y que ciertamente tiene algunos éxitos en ese frente, como la terapia cognitivo-conductual, aunque también está sitiada por la pseudociencia. Caro ripostó que si el objeto de estudio es el comportamiento, y todos nos comportamos diferente, entonces la psicología no tendría sentido, pues no todos somos iguales; a lo que yo respondí que aunque cada quien es diferente en su individualidad, todos nuestros cerebros comparten el mismo desarrollo evolutivo, y por lo tanto es posible encontrar patrones de comportamientos, por ejemplo las heurísticas y los sesgos cognitivos que nos afectan a todos nosotros, como lo ha hecho patente el trabajo de Daniel Kahneman.

Entre chiste y chanza sobre las pseudociencias que se empeñan en mantener empantanada a la psicología y le impiden que se forme como una disciplina científica completa —psicoanálisis y Freud, constelaciones familiares, terapia Gestalt, PNL, etc—, finalmente llegamos al tema del escepticismo empático planteado por Lolo Espinosa (uno de los presentadores del podcast Leyendas Legendarias).

En el episodio sobre escepticismo empático, Lolo Espinosa planteó que las creencias hacen parte de la identidad de las personas y que, por tanto, cuestionarlas o criticarlas en el trato interpersonal puede ser percibido como un ataque a los creyentes, y hacerlos sentir mal o inferiores, y que por tanto es preferible ser "empático" y no atacar sus creencias.

Las críticas que yo tengo al planteamiento de Espinsoa son tres: primero, que abordar el tema de esta forma es gatekeeping, o sea que se presenta como la única forma de ser un escéptico empático. Pero esto es un poco reduccionista ya que uno puede ser lo más caritativo y empático, manejar el mejor tono de voz, ser civilizado y plantear que las creencias son equivocadas, y siempre va a haber alguien que se ofenda — no hay forma amable de decirle a las personas que sus creencias no son ciertas. Es una de las cosas que el buenito de Phil Plait no entendía hace 10 años cuando su conferencia en TAM fue resumida en "Don't be a dick!", como si él nunca hubiera debatido con alguien que se sale de sus casillas y acusa de cretino cuando uno hace el más cortés de los argumentos.

Y claro, que de la limpia y formal teoría a la enredada y complicada práctica hay un gran trecho. ¿Qué pasa si estamos en una reunión familiar, en la que un creyente anuncia, en frente de un familiar homosexual, que los gays lo son porque deciden serlo, o porque en su crianza alguien les metió la idea en la cabeza? ¿Acaso lo más empático no sería preguntarle a este cuña'o que quién le enseñó la idea a las más de 1500 especies animales que mantienen relaciones homosexuales, en vez de callar y evitar magullar su ego? ¿Es renunciar a mi empatía si hablando con mis primos menciono que somos producto de la evolución y que el Universo existe hace más de 14 mil millones de años (al fin y al cabo mis convicciones), a sabiendas de que algunos de ellos son creacionistas? Acomodar nuestro comportamiento y expresión a la indignación de todos y cada uno de nuestros seres queridos me parece la receta perfecta para diluir cada vez más la posibilidad de tener conversaciones difíciles sobre temas importantes con nuestros seres queridos; ¿realmente estamos seguros de que lo más empático es ir reduciendo paulatinamente nuestras relaciones más importantes a intercambios cada vez más banales, triviales y frívolos?

Segundo, la sugerencia de que las personas adoptan sus creencias como parte de su identidad, y que atacar sus creencias equivale entonces a un ataque personal es demostrablemente falso — si las personas fueran la sumatoria de sus ideas, nunca nadie cambiaría de opinión; es más, ni siquiera existirían palabras como "introspección", pues la sola invitación a que alguien reflexione sobre sus posturas y conductas sería un ataque a su persona. Llevamos años repitiendo que el respeto es para las personas y no para las creencias, precisamente porque son dos conceptos diferentes, y atacar una idea no es atacar a la persona que suscribe esa idea. Así como el Estado no es quién para juzgar penalmente lo que pasa por nuestras cabezas, de la misma forma, nosotros no tenemos por qué ver nuestras posibilidades de expresión limitadas sólo porque alguien más decidió atarse emocionalmente a una idea u otra, y le tiene un cariño desmedido. Caro lo resumió magistralmente en que hay que ser duro con las ideas y suave con las personas.

En el programa mencioné que conceder que las ideas se vuelven parte de la identidad de las personas —y que, en consecuencia, eso las debería hacer en inmunes a la crítica— me parece paternalista y condescendiente, porque rehuírle a un intercambio honesto de ideas con nuestros seres queridos asumiendo que son incapaces de tener esa conversación es negarles la agencia de poder cambiar de opinión. Por mi parte, yo no puedo agradecerle lo suficiente a personas que han criticado, disputado, y se han burlado de mis convicciones, porque eso me ha invitado a cuestionar, a reflexionar, a investigar, a hacer introspección, y en algunos de esos casos he cambiado de opinión, y tengo la peculiar sensación de que eso me ha dejado en un mejor lugar de donde estaba antes; todo eso gracias a que muchas personas cercanas han sido honestas — y para mí es más empático tener un mejor conocimiento del mundo que me rodea, más acertado, a que me protejan del hecho de que puedo estar equivocado y haberle dedicado años de mi vida a una idea falsa.

Caro mencionó que hay que hacer un balance entre tener paz y tener la razón con nuestros seres queridos, y me parece que es un punto completamente válido. Yo respondí con dos preguntas de las cuales el trasfondo es el mismo: está espléndido vivir y dejar vivir, y en ocasiones es preferible tener la paz a tener la razón, pero, ¿y qué pasa cuando la creencia irracional atenta contra la salud, billetera y seguridad del ser querido que la ha adoptado? ¿No sería empático tratar de disuadirlos de que no obren conforme a esa creencia? Yo creo que sí lo sería, porque para mí no se trata de tener la razón sino de que es preferible que mis allegados tengan el ego magullado temporalmente a que sufran un daño físico o económico que se pudo haber evitado, y que, en muchas ocasiones, resulta siendo permanente o incluso terminal.

El último punto nos llevó de vuelta a la psicología, porque Lolo dice que contriar a nuestros seres queridos en sus creencias irracionales los hace sentir mal. Pero es que cada quién está a cargo de su control de impulsos y emociones; yo no respondo por los sentimientos ajenos, así como no responsabilizo a nadie por los míos. Es lo que se llama locus de control interno —la percepción de que uno mismo controla su vida—, y es esencial para tener una buena salud mental. Es el creyente el que decide sentirse mal (o no) cuando hablo sobre la inexistencia de dios; yo no lo hago sentir mal. Y aceptar que descarguen esa responsabilidad sobre nosotros no es ningún tipo de empatía. De hecho, ese es el argumento de los intolerantes y los matones: que la redacción de Charlie Hebdo les ofendió los sentimientos religiosos (?) y se sintieron justificados para acribillarla, o que la esposa hizo sentir celos a su marido y este la redujo a un saco de boxeo, o que Chris Rock hizo un chiste sobre la alopecia de Jada Pinkett Smith y Will Smith —el esposo de esta— lo abofeteó en medio de su presentación de los Oscar.

Las redes sociales y algunas modas culturales han traído consigo un deterioro del nivel de salud a nivel global. Flaco favor le hacemos a nuestros allegados al aceptar que llevamos responsabilidad sobre sus sentimientos.

Vasco estuvo de acuerdo, aunque puso el ejemplo de que si una tía muy creyente lo bendice, no tiene sentido ponerse a debatir con ella. En principio, yo estoy de acuerdo: cuando un familiar o amigo suelta una bendición porque honestamente desea que nos vaya bien, yo creo que hay que tomarlo como eso, un deseo de que a uno le vaya bien, que simplemente fue expresado en términos religiosos, y ya. Sin embargo, también me han tocado escenarios cuando los creyentes usan la bendición como burla, y me parece que para esas ocasiones es válido tener una respuesta enlatada lista — en el programa sugerí responder con algo del tipo "Y que Pinocho te bendiga, Tía".

Después nos despedimos y cerramos el episodio. Hasta el momento los comentarios han sido positivos en su mayoría, pues el programa gustó entre mis allegados escépticos y creyentes por igual y hasta donde sé, también fue de buen recibo entre la audiencia de Herejes — seguramente no faltará una que otra criatura que llegu con la acusación de intolerancia (pero creo que estaríamos haciendo algo mal si no estuviéramos incomodando a los que creen que darle un trato de igualdad y respeto a los ateos es "intolerante").

Creo que alcancé a presentar tantos argumentos como me lo permitieron el tiempo y la dinámica con los anfitriones. Como de costumbre, si hay algo que les llame la atención, asegúrense de mencionarlo e incluir la marca de tiempo — las secciones de comentarios de este post y del episodio están abiertas


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** Actualización: Después de publicada esta entrada, seguimos la conversación con Vasco en privado, aunque también relativa al tema del episodio. Con su permiso, publico a continuación su comentario:
[A]lgo que creo que dejaste de lado injustamente en tu análisis fue lo gracioso que es el episodio que hicimos. Creo que eso siempre atrae a la gente a escuchar los argumentos. Algo que pasó en tu primera aparición en Herejes, es que los 4 fueron demasiado serios. Demasiado al punto de que se puso tedioso y monocorde. Y creo que por eso no tuvo tanta repercusión pese a lo interesante del contenido. Aquí fue ágil y muy ameno. Y a la vez eso no impidió que hablasemos de todo.

En cuanto al femicidio yo te di mi postura fuera de cámara, dado que la conversación no fue al intercambio sobre eso. Creo que puede tomarse como un tipo penal de transición social, que ojalá alguna vez no sea más necesario. Hoy es imprescindible que las condenas penales hagan foco en la intención del criminal -el agredir por la condición sexual o de genero- como si se tratase se crímenes de odio. Es la única forma que el estado, de manera efectiva, puede transmitir el mensaje , dado que es evidente que las políticas de difusión en la materia, nunca llegan a quienes luego violentan. Es muy complejo pues entiendo tu posición sobre el derecho penal moralizante, y la comparto. Pero en este caso, si querés, es derecho penal educativo/preventivo. Y luego de tantos años de impunidad en los crímenes femicidas (incluso avalados como "pasionales", se hace necesaria una forma expositiva contundente. Ojalá un día ya no sean necesarios porque su incidencia sea equiparable al resto de los homicidios, pero hoy no tengo dudas que resulta urgente la diferenciación, no tanto a efectos de una condena diferente sino de una exposición superlativa de dicha condena
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Publicado en De Avanzada por David Osorio | ¿Te ha gustado este post? Síguenos o apóyanos en Patreon para no perderte las próximas publicaciones

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