martes, 13 de diciembre de 2022

Islamofobia en Irán (y Afganistán)



Desde hace tres meses Irán vive un estado de agitación civil desde que la policía de la pureza castigó a la tursita blasfema Mahsa Amini, quien tuvo la osadía de llevar levantado su hijab obligatorio unos cuantos milímetros. La religión de la paz fue vengada exitosamente, puesto que Amini murió de las heridas no sin antes sufrir un trauma a la cabeza, un paro cardíaco y estar en coma durante dos días.

El incidente dio inicio a una serie de actos de protesta y desafío en los que el pueblo le ha dado rienda suelta a la islamofobia. Hasta las colegialas han demostrado su intolerancia atreviéndose a quitarse el hijab y caminar por la calle con el cabello descubierto. Incluso ha habido incidentes en los que los protestantes han exhibido su fanatismo tumbándole el turbante a los clérigos.

Los pobrecitos musulmanes oprimidos del régimen iraní no se quedaron de brazos cruzados, así que respondieron tan religiosamente como les fue posible y ya empezaron a repartir penas de muerte. Y ni cortos ni perezosos, tampoco se han tardado en ejecutar las sentencias — esta semana regresaron las ejecuciones en público, cuando el régimen de Jomeini llevó a cabo la segunda pena de muerte por instigar toda esta islamofobia:

Irán ha ejecutado este lunes de madrugada a un segundo detenido en las manifestaciones que recorren el país desde hace tres meses, confirmó este lunes Mizan News, un medio de la propaganda oficial iraní vinculado con el poder judicial. Majid Reza Rahnavard, de 23 años, murió ahorcado en una grúa en plena calle en Mashad, a unos 900 kilómetros al este de Teherán, en la que ha sido la primera ejecución en público de un manifestante detenido en las actuales protestas. El joven ha muerto en la horca cuando solo han transcurrido 23 días de su arresto el 19 de noviembre.
Como si las noticias en este rincón del planeta no fueran suficientemente aterradoras, ahora hay reportes de que las mujeres de Afganistán también albergan sentimientos islamofóbicos, puesto que muchas de ellas han manifestado su apoyo al pueblo iraní. La intolerancia definitivamente no tiene fronteras.

Si el islam pierde, en la región podríamos ver un futuro distópico donde las mujeres puedan decidir sobre sus cuerpos y armarios, los LGBTI puedan salir con quien gusten, la gente pueda expresar su opinión sobre las deidades de manera libre, y —!horror!— se le deje de enseñar a los niños a que amen más la muerte de lo que los occidentales amamos la vida.

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Publicado en De Avanzada por David Osorio | ¿Te ha gustado este post? Síguenos o apóyanos en Patreon para no perderte las próximas publicaciones

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