No sé si la idea de que los demonios y espíritus malignos entren en el cuerpo es original de la parafernalia cristiana o fue adoptado de las supersticiones nativas latinoamericanas.
Varios líderes mundiales -todos ellos sin ningún puesto en ningún cuerpo legislativo de ningún país ni en ningún cargo ejecutivo- por fin cedieron ante la evidencia y aceptaron que la guerra contra las drogas está perdida y hacen un pliego de recomendaciones entre las que se encuentra esto:
Así como a los israelíes les molestará hasta lo más profundo que existan negadores del Holocausto, hoy me enteré de un país cuyo pueblo podría sentir la misma clase de aversión para con los negadores del cambio climático.
No puedo decir que esta situación me alegre, pero al menos sirve para que Mario Vargas Llosa vaya viendo las consecuencias de lo que hace su corrosiva fantasía neoliberal en el periodismo: