Desde 2011, la organización
Humanists International publica cada diciembre el reporte
Libertad de Pensamiento, un informe global sobre el estatus legal de los ateos, humanistas y no-religiosos en general en el mundo, y qué tanta discriminación se ejerció contra ellos durante los 12 meses anteriores.
Aunque el reporte puede tener algunos errores de registro (por motivos que incluyen que sólo se registra la discriminación formal, que algunos países tienen subregistro de casos, que
Humanists International no cuenta con el suficiente personal, y que en muchos casos se logra el registro gracias al trabajo de voluntarios), el documento es una gran herramienta para hacerse más o menos a
una idea de cómo trata el mundo a los ateos, humanistas, librepensadores y no-creyentes en general.
Las
ediciones de años anteriores no han sido exactamente esperanzadoras — con honrosas excepciones, la tendencia en todo el mundo apunta a que existe un
profundo sesgo sistemático y global contra los ateos, y a casi nadie parece importarle.
Esta semana
Humanists International publicó el informe
Libertad de Pensamiento 2022 y, para sorpresa de nadie, este año la
discriminación e intolerancia contra los ateos gozan de buena salud todavía. Esta vez en particular, el reporte alerta sobre el
precario estado del laicismo en el mundo: