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sábado, 10 de agosto de 2019

Peter Boghossian, nueva víctima del posmodernismo



En mayo de 2017, el matemático James Lindsay y el filósofo Peter Boghossian publicaron "El pene conceptual como construcción social" en el journal Cogent Social Sciences — en él afirmaban que los penes no eran órganos reproductivos masculinos sino que eran mejor entendidos como construcciones sociales problemáticas para la humanidad que incluso causaban el cambio climático. La idea era demostrar que cualquier cosa, por absurda que fuera, sería aceptada para publicación en un journal infectado de posmodernismo, siempre y cuando apelara a los sesgos políticos de la junta editorial y los pares revisores (si los hubiera); vamos, que el propósito era demostrar que opiniones infundadas y afirmaciones absurdas y demostrablemente falsas podían ser pasadas por "conocimiento", siempre y cuando fueran presentadas de la manera adecuada. El proceso exactamente contrario a como se hace ciencia.

En 2018, Helen Pluckrose se sumó al equipo y, entre los tres, enviaron a varios journals una serie de papers, cada uno con una premisa mas absurda que el anterior, logrando que les publicaran y premiaran las tesis más reverendamente disparatadas, lo que se vino a conocer como el asunto Sokal al Cuadrado — en esencia, bastaba con identificar cualquier población (verdadera o aparentemente) oprimida e inventarse que cualquier cosa normal es una forma más de opresión, o alternativamente proponer las maneras más humillantes y chovinistas con las que una población "oprimida" podría ejercer su venganza indiscriminada contra los miembros de las supuestas poblaciones opresoras. Toda la empresa estaba diseñada para poner de manifiesto lo podrida que se encuentra la publicación académica allá donde ha sido colonizada por el posmodernismo; nuestros protagonistas le dieron el muy apropiado nombre de Estudios de Agravios.

La cosa no cayó bien en los círculos posmodernos; para su desgracia, y como guinda del pastel, la respuesta estándar de contactar al empleador de quien ose desafiarlos no surtiría efecto en los casos de Lindsay y Pluckrose, pues sus ingresos no tienen lazos formales con la academia ni la creación de políticas públicas, razón por la cual las amenazas de hacerlos despedir terminaban en estrepitosas carcajadas, al igual que los intentos previos de etiquetarlos como defensores de la opresión — más de uno ha terminado con el ego en la unidad de cuidados intensivos, después de que sus acusaciones pasaran por el ojo clínico con el que Lindsay analiza y pone de manifiesto la bancarrota moral y epistemológica del posmodernismo.

El caso de Boghossian, sin embargo, es otro cantar. Él es profesor de la Universidad Estatal de Portland (PSU) en Oregon (EEUU), y por tanto, a él sí le podían joder la vida por atreverse a dejarlos en evidencia. Así que no tardaron mucho en llegar quejas a la Universidad —muchas anónimas—, acusándolo de haber participado en publicaciones que atentaban contra las guías éticas de publicación y, en menos de un santiamén, el Comité de Ética de PSU le abrió una investigación por mala conducta ética.

miércoles, 10 de octubre de 2018

¿Qué conocimiento tenemos gracias a los estudios de género (y otros)?



Aunque he disfrutado los engaños del pene conceptual y de los estudios de agravios, me parece que las conclusiones de estos dos episodios han sido sacadas de toda proporción: ridiculizar los 'estudios' de género y demás disciplinas de agravios funciona porque esos campos de estudio (al menos en su expresión actual) ya son ridículos, pero no consigue explicar por qué son ridículos ni qué los hace diferentes a las formas legítimas de conseguir conocimiento.

En ambos casos, James Lindsay, Peter Boghossian y Helen Pluckrose le dieron la respuesta correcta a la pregunta equivocada. ¿Es el campo de los estudios de género un filón para la pseudociencia en donde se publicará cualquier disparate que acuse a los hombres, los blancos y a los cis-hetero de cualquier atrocidad, por absurdo que resulte, así sea un claro despropósito que niegue la más elemental biología? Y la respuesta es un rotundo sí.

Pero hay preguntas mucho más poderosas para explicar la total bancarrota intelectual del posmodernismo. Por ejemplo:

viernes, 5 de octubre de 2018

Trolleando al posmodernismo con los Estudios de Agravios



En mayo de 2017, la revista Cogent Social Sciences publicó "El pene conceptual como construcción social", un 'estudio' enviado por Peter Boghossian y James Lindsay en el que afirmaban que los penes no eran órganos reproductivos masculinos sino que eran mejor entendidos como construcciones sociales problemáticas para la humanidad que incluso causaban el cambio climático.

Lindsay y Boghossian buscaban ridiculizar los estudios de género à la Sokal, poniendo de relieve lo fácil que es publicar cualquier sartal de sandeces en un journal de estudios de género y, para muchos, lo consiguieron.

A principios de 2018, Lindsay y Boghossian se asociaron con Helen Pluckrose, para repetir la jugada del pene conceptual en masse; en este año, llegaron a fabricar hasta 20 'estudios' posmodernos que enviaron a journals de 'humanidades' y 'ciencias' sociales — los tres terminaron revelando el proyecto después de que el Wall Street Journal empezó a seguirle la pista a uno de sus artículos falsos sobre estudios de agravios.

Eso sí, los papers que les publicaron son una pasada: