Marduk es una banda sueca de black metal formada desde 1990, con la intención expresa de ser la "banda más satánica y blasfema del mundo". Como apunte curioso, la banda se llama Marduk porque así se llamaba el dios mesopotámico patrón de Babilonia.
Entre septiembre 20 y octubre 14 de 2018, la banda se encuentra en un tour por Latinoamérica — de ese tour había dos conciertos programados en Colombia: uno el miércoles 3 de octubre en el Club Cremesillas, y otro el viernes 5 de octubre en el bar Ace of Spades en Bogotá.
Por ser una banda blasfema y satánica, el fundalunático pastor cristiano y conejal de Bogotá Marco Fidel Ramírez lloriqueó y lloriqueó por el concierto hasta que consiguió que la muy parroquial alcaldía de Enrique Peñalosa sellara el Ace of Spades, porque —¡¡ayy, qué conveniente!!— el club no tenía los papeles en regla.
El asunto es claro: Ramírez pide que se censure la banda por ser satánica, blasfema, anticristiana y ofender los sentimientos religiosos... todas estas cosas permitidas en Colombia, así que la insufrible alcaldía de Peñalosa halló el pretexto más fácil para impedir el concierto sin ganarse sendas tutela y demanda por violar las libertades de expresión, desarrollo a la personalidad y cultos en el país. Aparentemente, los organizadores del evento habrían encontrado un nuevo local y, salvo que la mojigatería del Distrito Capital encuentre convenientemente que este también tiene los papeles fuera de regla, puede que se lleve a cabo el concierto.
Yo no lo doy por hecho, porque conociendo lo marrullero y tramposo que es Peñalosa —y su celo por amputar libertades—, no me extrañaría que consigan sellar todos los locales que sean necesarios con tal de darle contentillo al señor Ramírez y sus chovinistas seguidores.
Hasta ahí, business as usual: Colombia es una república bananera, y, como tal, los únicos gustos artísticos válidos son los que se ajustan a la pacata antimoral cristiana. Yo creo que es más probable que la mayoría de colombianos fans de Marduk sean cristianos a quienes les gusta el metal, que satanistas anglo-parlantes (las letras de Marduk están en inglés). Aunque, no está de más señalar que, efectivamente, esto viola los derechos de todos los fans de Marduk, sean cristianos, satánicos, hindúes, budistas, sikhs, musulmanes o ateos.
Ahh, pero la trama se complica. Primero, porque aunque Marduk niega tener filosofía política alguna, ciertamente tiene una enfermiza fascinación con el nazismo, con canciones dedicadas al Carnicero de Praga (Reinhard Heydrich), a la Noche de los Cuchillos Largos y un video en el que muestran marchas antisemitas por las calles de Romania. Aunque estoy en contra de la censura, no puedo dejar de apreciar la ironía de que un intolerante de extrema derecha busque impedir el concierto de quienes le dedican canciones a intolerantes de extrema derecha, por el simple hecho de que le apuestan a bandos diferentes dentro de la misma superstición. Y la metaironía: la banda que nació con la idea de ser lo más anticristiano posible terminó dedicándole tonadas al movimiento cristiano más grande y peligroso del siglo 20. Definitivamente, la realidad sí que supera a la ficción.
El segundo giro de la trama viene dado porque al ser una banda de extrema derecha, la izquierda regresiva se ha sumado a la censura solicitada por el señor Ramírez. Para la muestra, un tweet del perrito faldero del establecimiento, cuya gimnasia mental para terminar apoyando las políticas más reaccionarias nunca deja de sorprender:
¿Debe ser tolerante la democracia con los discursos antidemocráticos? En el caso puntual de Marduk, creo que no: un discurso neonazi es también una apología al delito. Creo que es válido rechazar una banda que celebra el discurso y las prácticas genocidas del nazismo.
— Fernando Posada (@fernandoposada_) 28 de septiembre de 2018
Por supuesto, Fernando Posada se equivoca. Primero, porque no tiene ni pajolera idea de cómo funciona la paradoja de la tolerancia de Popper. Y segundo, porque aunque en Colombia sí se penaliza la apología del genocidio y del antisemitismo (artículo 102 del Código Penal), todo el mundo se está dejando por fuera que en el país casi nadie entiende lo que Marduk está diciendo.
Hay gente a la que le gusta el ritmo del black metal y esa explicación es más sencilla que sugerir que la mayoría de fans de Marduk se sintieron atraídos por sus contenidos antisemitas, o que siquiera hablan tan fluidamente el inglés con acento sueco que las letras de Marduk los hicieron cuestionarse su postura sobre el nacional-socialismo y la Segunda Guerra Mundial. Vamos, que para que haya apología del genocidio ¡¡tiene que haber un público que entienda lo que se está diciendo!!
Es que es el modelo más elemental de comunicación: Emisor-Mensaje-Receptor. Sin un receptor que capte las ideas nazis de Marduk, igual le cantan una oda a Per Engdahl —precursor del nazismo en Suecia— y nadie en Bogotá o Pasto se da por enterado.
En fin, que nada de esto debería importar, porque incluso a las escorias neonazis se les debería permitir expresarse, independientemente del idioma en que lo hagan, pues censurar las ideas fascistas es legitimarlas de forma express — la única manera efectiva de combatir las malas ideas es con mejores ideas. Aunque, por supuesto, eso nunca lo entenderemos en la muy parroquial y chupacirios Colombia, donde pretenden combatir el fascismo con fascismo aplicado, y donde las mejores ideas nunca llegan.
**Actualización: El artículo originalmente decía que las letras de Marduk estaban en sueco — me hacen la observación de que Marduk canta en inglés.
(imagen: Marduk Official Facebook)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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