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miércoles, 19 de marzo de 2025

Curan la anemia de células falciformes



La anemia de células falciformes es un trastorno de la sangre que deforma la hemoglobina, causando enfermedades crónicas en distintos órganos. La enfermedad suele ser hereditaria y afecta principalmente a poblaciones negras.

Aunque fue descrita en la literatura médica en 1910, su transmisión genética identificada en 1949, y se han desarrollado varios tratamientos para los síntomas y consecuencias de esta enfermedad, realmente la humanidad no ha contado con una cura de la anemia de células falciformes... hasta ahora:

jueves, 13 de marzo de 2025

Defendiendo la ciencia en 2025



La segunda presidencia de Donald Trump en EEUU se está perfilando para ser todo el fascismo que prometió la primera. Aunque las diferentes facciones del universo MAGA merecerían una explicación más amplia, por ahora baste señalar que todo proyecto autocrático es una amenaza para la ciencia porque los hechos incómodos de esta y la narrativa única de aquellos son incompatibles.

Por eso mismo, en las escasas seis semanas de su segundo mandato, Trump ha multiplicado sus ataques contra la ciencia y la academia, y lo ha hecho siguiendo el manual autoritario.

Esta vez, sin embargo, la respuesta generalizada a la amenaza que Trump representa ha sido bastante menos vociferante que la de hace ocho años. Por ejemplo, en enero de 2017 ya se habían convocado a una Marcha de Mujeres y una por la Ciencia; ambos proyectos que eventualmente terminaron fracasando.

domingo, 19 de enero de 2025

Vacuna contra el mito de Patarroyo



Hace unos días Colombia estuvo de luto por la muerte de Manuel Elkin Patarroyo, posiblemente el científico colombiano más famoso del país. Patarroyo genera odios y amores, según qué faceta suya se mire — y normalmente se confunde una faceta con las otras. Aquí vamos a tratar de mirarlas de manera separada.

Manuel Elkin Patarroyo, el científico


En 1987, Manuel Elkin Patarroyo presentó la primera vacuna sintética contra la malaria, la SPf66, y se la regaló a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Durante los siguientes ocho años, la vacuna fue puesta a prueba en varios lugares del planeta, pero su tasa de éxito era muy baja o directamente no era efectiva. Eventualmente, la OMS la registró como inactiva o descontinuada.

Patarroyo dedicaría el resto de su vida a la investigación de vacunas sintéticas, específicamente contra la malaria, la tuberculosis, la leishmaniasis, la hepatitis A, la amigdalitis y el dengue. En ello fue coautor de al menos 630 publicaciones, cuenta con un poco menos de 16,000 citas, y en algún momento su laboratorio tuvo casi 160 investigadores.

No tenemos motivos para dudar que, en el más estricto sentido del quehacer científico, Patarroyo hacía buena ciencia. Cuando se trataba de ponerse la bata blanca, preparar discos de Petri, mirar bajo el microscopio, anotar los resultados, y publicar sus datos para revisión y posterior publicación, Patarroyo parece haberse ceñido a las normas que rigen la ocupación. No hay retractaciones de sus papers, denuncias de datos manipulados, ni cosas por el estilo.

Manuel Elkin Patarroyo, el charlatán


Existen otras facetas, menos pulcras, de Patarroyo. No hay escasez de afirmaciones gratuitas y anuncios grandilocuentes que Patarroyo hizo, pero que nunca se materializaron o fueron respaldados por la evidencia.

Por ejemplo, la explicación que Patarroyo ofreció para la inefectividad de su vacuna SPf66 no fue que él no hubiera acertado a la primera (que, en puridad, es parte de hacer ciencia, y no debe entenderse como fracaso), sino que era por las "fuerzas oscuras" de la industria farmacéutica, que supuestamente veía como una amenaza a su modelo de negocio que él le hubiera regalado la vacuna a la OMS, por lo que habían decidido sabotear todos y cada uno de los ensayos clínicos.

Aunque no seré yo quien le cante alabanzas a la industria farmacéutica, parece que Patarroyo nunca se molestó en proporcionar evidencia de este complot contra su vacuna. De hecho, la vacuna incluso sería objeto de una revisión Cochrane, que tampoco encontró que fuera efectiva. Culpar a las farmacéuticas sin aportar evidencias es una teoría de la conspiración en toda regla.

Patarroyo enfrentó varias denuncias por traficar ilegalmente los monos nocturnos del Amazonas que usaba en su investigación, aunque finalmente los estrados judiciales lo absolvieron y permitieron que continuara con sus investigaciones. Una vez más, las farmacéuticas fueron acusadas de estar detrás de una campaña de desprestigio aunque, como de costumbre, nunca hubo evidencia de esto. (Y no hay que olvidar que los animalistas son perfectamente capaces de ser obstinadamente litigantes sin estar a sueldo de nadie.)

En cualquier caso, conspiración farmacéutica de por medio o no, a pesar de dedicar casi 40 años a la investigación de vacunas sintéticas contra toda una serie de enfermedades, Patarroyo nunca desarrolló otra vacuna.

Eso no significa que Patarroyo no anunciara más vacunas. Por ejemplo, en 2011 anunció que ahora tenía una vacuna contra la malaria efectiva en más del 100% (¿!), que llamó Colfavac (Colombian Falciparum Vaccine). Esta nueva vacuna se cayó en la segunda fase de ensayos clínicos.

En 2018, durante el I Congreso Mundial de Facultades de Farmacia (IPAP18) Patarroyo prometió que la nueva versión de la vacuna, la Colfavac 90-100, se empezaría a aplicar al año siguiente. Eso no ocurrió. Luego, en 2021, Patarroyo prometió una vacuna contra el Covid-19; la llamada Colsarsprot que sería entregada en apenas unos meses, en 2022. Eso tampoco ocurrió.

Una interpretación caritativa sería pensar que Patarroyo tenía más entusiasmo que prudencia al momento de hablar sobre su trabajo, y que la emoción se apoderaba de él cada vez que se ponía delante de un micrófono. No obstante, esa interpretación no podría explicar la tendencia que tenía Patarroyo por utilizar su prestigio científico para darle validez a ideas cuestionables o que directamente no son ciertas.

Por ejemplo, a pesar de que no tenía experiencia desarrollando vacunas contra virus, cuando la pandemia de Covid-19 llegó al país, Patarroyo dio entrevistas en calidad de experto, e incluso tuvo una reunión para asesorar al Presidente Duque, escenarios en donde echó mano de su autoridad científica para decir cosas demostrablemente falsas y esparcir desinformación, en contra de lo que los investigadores del Covid estaban diciendo. Así, Patarroyo ayudó a la confusión general, y posiblemente a que hubiera un mayor número de infectados y de muertos. Ante las críticas de que su especialización era en enfermedades tropicales causadas por parásitos, y no en virus de transmisión aérea, su respuesta fue que "son iguales" en vista de que todo son moléculas y proteínas. Facepalm!

En otra ocasión le dijo a la revista católica Ecclesia que el grado de incertidumbre al analizar el núcleo de los átomos le indicaba que el mundo estaba muy ordenado (?) y que eso significaba que había un creador universal — lo que es un fracaso monumental en pensamiento crítico y, para completar, no apunta a que el catolicismo sea la religión verdadera más de lo que podría apuntar al budismo, el jainismo o la religión cargo.

Ahh, y por supuesto, no podía faltar el apunte de rigor de que el catolicismo y la ciencia son compatibles. Hay pocas cosas más lamentables a que un investigador utilice su prestigio científico para rehabilitar la superstición organizada de sus afectos. Como ya hemos explicado antes, las religiones ofrecen afirmaciones basadas en la revelación, la fe o la autoridad; mientras la ciencia ofrece afirmaciones sobre el mundo basadas en la mejor evidencia disponible, y susceptibles de modificación según nueva y mejor evidencia. Así que la afirmación de compatibilidad entre ciencia y religión es como decir que el fútbol es compatible con meter goles con la mano.

A mí siempre me dan lástima los científicos católicos que se ponen a escupir estas chorradas pero nunca se molestan en indicar un solo paper revisado por pares y publicado en una revista científica de amplia trayectoria y alto factor de impacto donde se dé por buena, o siquiera posible, la doctrina de la transubstanciación (según la cual, dice la Iglesia Católica, la harina se convierte literalmente en carne humana).

La frecuencia con la que Patarroyo hacía promesas rimbombantes y afirmaciones extravagantes para las cuales parecía pensar que su título de investigador era evidencia más que suficiente pone en tela de juicio la idea de que él simplemente se dejaba llevar por la emoción ingenuamente al tener una grabadora cerca.

Manuel Elkin Patarroyo salva al país


En Colombia, la ciencia no es vista como la interrogación escéptica del Universo mediante la cual satisfacemos nuestra curiosidad al tiempo que descubrimos cómo funciona el mundo a nuestro alrededor, y concebimos formas de interactuar con nuestro entorno que nos resulten ventajosas, sino que es más bien entendida como el ejercicio de un rito pagano industrial, ejercido por una especie de monjes con acceso secreto a un tipo de conocimiento de entre muchos varios, gurús cuyas prescripciones pueden ser tomadas más o menos a discreción, dependiendo de qué tanto comulguen con la idiosincracia nacional. Por eso, los científicos son tratados como una especie de bichos raros que ocasionalmente se transforman en sabios redentores con la verdad revelada para salvar al país, aunque sus prescripciones siempre terminan recogiendo polvo. La suspicacia y el desdén que en el país se tiene contra la ciencia son descomunales; y en consecuencia, todas las administraciones, del signo político que sean, la han tratado como un botín burocrático.

Esta fue una realidad que Manuel Elkin Patarroyo tuvo que navegar, y todo apunta a que no lo hizo nada mal. Si no de manera explícita, al menos a nivel instintivo, Patarroyo comprendió muy temprano que Colombia tiene ese malsano hábito de endiosar a los ciudadanos que consiguen el nebuloso propósito de "salvar al país", para satisfacer una suerte de necesidad psicológica, rascando esa picazón psicótica colectiva de quedar bien. Esto deriva en una tendencia a crear cultos y proto-cultos de la personalidad, que facilitan la explotación por parte de las personalidades instaladas en el panteón colectivo nacional. Y empiezan los círculos viciosos de "salvar al país" y consolidar su lugar en el pedestal, "salvar al país" y cimentar la posición, "salvar al país" y... así por toda la eternidad.

Desde que desarrolló la vacuna SPf66, Patarroyo consiguió ser puesto en el pedestal nacional, siendo canonizado como el científico estrella del país. En esta calidad le lloveron premios, galardones, honoris causa, invitaciones a conferencias y todo tipo de condecoraciones y homenajes, y la periodista Flor Romero escribió su biografía autorizada. En 1995, el mismo año en el que la vacuna SPf66 finalmente sería rechazada definitivamente por inefectiva, Patarroyo fue nombrado como uno de los 100 colombianos más influyentes y poderosos del país.

Después de casi una década de "salvar al país" al lomo de una vacuna fallida, a Patarroyo le llegó una nueva oportunidad de "salvar al país" con la primera Misión de Sabios, la farsa del gobierno nacional de convocar sabios salvadores y pedirles sus recomendaciones, para luego ignorarlas olímpicamente. Años más tarde, en una expresión de algo que no puede sino ser descrito como populismo, al anunciar la primera vacuna Colfavac, Patarroyo también prometió que todas sus vacunas llevarían el prefijo 'Col', "para que la gente sepa que fuimos los colombianos los que resolvimos el problema de la malaria, de la tuberculosis, del dengue y de esa manera se le otorgue el crédito y reconocimiento al país". El número total de vacunas efectivas con el prefijo 'Col' desarrolladas por él y su equipo permanece igual, catorce años después: cero.

Otro problema con la beatificación de los salvadores de la patria es que, una vez instalados en ese pedestal, todos se conocen con todos, y aparentemente Patarroyo tenía una facilidad pasmosa para amistarse con los tipos que son elegidos Presidente del país. Posiblemente su expresidente más cercano fuera Belisario Betancur, en cuyo funeral Patarroyo dijo haber sido el 'hijo bobo' de esa familia, y que cuando estuviera completada la vacuna de la malaria, esta también sería obra de Betancur.

Con una buena suerte normalmente reservada para políticos y personajes de la farándula, Patarroyo consiguió acaparar durante años más de la mitad del presupuesto nacional de investigación. Los fondos se depositaban en las cuentas de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia (Fidic), la organización que Patarroyo fundó con su familia "y ex mandatarios colombianos".

La página de la Fidic es una oda a los albores del diseño web, y no parece haber recibido ninguna actualización en más de 10 años. No tienen secciones de misión, visión, acerca de, historia, ni mucho menos información sobre sus fundadores o su junta directiva — ni siquiera hay nada que indique que su co-fundador más famoso ha fallecido. Ciertamente no es la página web que uno esperaría de una organización que durante varios años consecutivos consiguió hacerse con más de 1,000 millones de dólares americanos del erario.

El investigador siempre adujo que tan abultada financiación era necesaria para pagar a sus investigadores, conseguir sujetos de investigación y materiales, y mantener las instalaciones. Aparentemnte la producción investigativa de la Fidic se ha mantenido constante hasta el día de hoy a pesar de que más o menos a partir de 2010 dejó de recibir financiación del gobierno colombiano. Sus fuentes de financiación posteriores incluyen al gobierno español, la Caja de Ahorros de Navarra, y la Universidad del Rosario. Para el presunto desarrollo de la vacuna Colsarsprot recibió financiación de la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales y de la opaca Fundación Internacional Limitada Greenstone de Hong Kong.

Todo esto plantea preguntas que Patarroyo nunca se molestó en responder seriamente. Infortunadamente, la respuesta de Patarroyo era que —como a todo buen salvapatrias que se respete— le tenían envidia. No es envidia: si él estaba recibiendo la mitad del pastel, mientras todos los demás investigadores del país, si les iba bien, conseguían migajas, no sin antes haber tenido que sortear exitosamente toda una carrera de obstáculos burocrática, entonces exigir transparencia y que se nivele el campo de juego no es envidia, sino una petición absolutamente razonable.

A pesar de esto, la buena fortuna típica de una celebridad lo siguió hasta el final de su vida. Por lo menos hasta el año pasado, Patarroyo estuvo en la nómina de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional como catedrático de tiempo completo, con un salario exorbitante, a pesar de no dictar clase desde los Noventa. ¿Y quién no quiere pagarle una fortuna a alguien que se dedica a "salvar al país"?

Patarroyo no necesitó diseñar mal sus experimentos, hacer p hacking o amañar sus datos para hacerle daño a la ciencia colombiana: de las cuatro normas mertonianas que conforman el espíritu de la ciencia moderna, Manuel Elkin Patarroyo cómodamente rompió dos o tres de manera habitual.

El valor mertoniano del desinterés personal consiste en que los científicos deben actuar en beneficio de la empresa científica común más que por ganancia personal. Es claro que en este aspecto Patarroyo prefirió su interés propio, y en el proceso perjudicó a otros investigadores. También es claro que al culpar a las farmacéuticas sin proporcionar evidencia, Patarroyo atacó el valor mertoniano del escepticismo organizado: hay que tener un exceso dañino de autoestima para deplorar el trabajo de todos los demás científicos que se dieron a la tarea de poner a prueba sus vacunas y no encontraron que fueran efectivas, y acusarlos de ser todos comprados por las farmacéuticas o de ser todos tan ineptos como para no darse cuenta de que sus ensayos clínicos estaban siendo saboteados.

Incluso, el valor mertoniano del universalismo se vio emboscado por Patarroyo con su promesa de nombrar sus vacunas con el prefijo 'Col' para que el mundo supiera que fueron los colombianos quienes habían conquistado la malaria. El provincialismo es tan compatible con el universalismo como la religión lo es con la ciencia. Con algo de caridad, se podría hacer un argumento de que el único valor mertoniano que Patarroyo respetó fue el del comunismo, cuando regaló su vacuna a la OMS, lo que sí conduce al sentido de propiedad común y de acceso a los bienes científicos.

Al final, creo que Patarroyo consiguió su meta más ambiciada, que fue dejar muy en alto el nombre de Manuel Elkin Patarroyo. En su biografía autorizada, el investigador afirmaba que estaba "condenado a ganarse el Nobel". Nunca le pasó, ni falta que le hizo: para "salvar al país" tan sólo basta con hacer afirmaciones grandilocuentes, y esperar que nadie les haga seguimiento. Y así lo hizo él, de manera sistemática, durante casi 40 años.

(imagen: MedellínUNAL)

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jueves, 27 de junio de 2024

El apicalipsis que no fue



En 2013, el periodista Bryan Walsh abrió las puertas al pánico con la publicación de un artículo de portada en la revista Time que anunciaba la inminente extinción de las abejas melíferas por culpa del desorden del colapso de las colonias (CCD), y la consecuente catástrofe que esto acarrearía — el hombre lo describía casi que como un evento de nivel apocalíptico.

Las respuestas al artículo fueron variadas. El periodismo mainstream dio por cierta la profecía sin detenerse a cuestionarla o investigarla, y replicaron sus premisas y conclusiones casi que copi-pegándolas, lo que sirvió para darle un barniz de mayor legitimidad (como si aparecer en Time no fuera suficiente) y propagar el miedo. Muchas personas se metieron de lleno en la apicultura, y empezaron a cultivar abejas melíferas con la intención de salvarlas (y salvar al mundo).

Por su parte, los pseudoambientalistas aprovecharon la situación para adelantar campañas contra los insecticidas neonicotinoides y los transgénicos, a pesar de que la relación entre estos y productos y el CCD era poco menos que inexistente. La campaña tuvo éxito; y la Unión Europea impuso una moratoria sobre los neonicotinoides. Una vez más la política publica había sido envenenada por la ideología, en vez de ser informada por la evidencia.

En aquel entonces señalamos que la mejor evidencia disponible apuntaba a que el CCD era ocasionado por el ácaro Varroa destructor, y que aunque el problema merecía atención, no era de las proporciones apocalípticas pintadas por Walsh, la prensa general, y los pseudoambientalistas.

¿En qué terminó todo una década después?

martes, 11 de junio de 2024

Algodón transgénico da resultados en Australia y Kenia



Desde hace más de 10 años sabemos que el algodón modificado genéticamente para producir las proteínas insecticidas de la bacteria Bacillus thuringiensis —o algodón Bt— ha mejorado los rendimientos, los ingresos y la calidad de vida de los campesinos en países como Burkina Faso, India y China, a la vez que ha reducido el uso e impacto de los pesticidas en los cultivos.

En estos días ha habido reportes de otros dos países que han visto los beneficios de abrazar la ciencia y la tecnología — Australia y Kenia.

domingo, 12 de mayo de 2024

El Informe Cass



En Inglaterra se publicó hace unas semanas el Informe Cass, un reporte sobre los servicios de salud de género prestados a los jóvenes en ese país bajo el modelo de atención conocido como afirmación del género. Antes de adentrarnos en el informe, es necesario repasar el contexto que llevó a comisionar el mismo.

domingo, 17 de marzo de 2024

¿Es un mito que los hombres cazan más que las mujeres?



Durante años, en antropología primó la idea de que en las sociedades de cazadores-recolectores, la caza era llevada cabo en su mayoría por hombres, mientras que la labor de recolección era llevada a cabo en su mayoría por mujeres. Nada de malo en ello si así hubiera sido, pues ambas labores eran igual de importantes para esas sociedades. Y tampoco es una premisa implausible, en vista de que entre nuestros parientes los chimpancés se encuentra una división del trabajo similar, en la que los machos cazan en una mucho mayor proporción que las hembras. (Por favor, leamos bien: esto no significa que las hembras no cacen nunca, ni que los machos no hagan recolección nunca, sino que de media, hay una mayor proporción de uno y otro sexo en las respectivas actividades.)

En 2023 se publicó un paper (Anderson et al, 2023) que identificó 63 sociedades tradicionales y, tras un análisis estadístico, encontró que en el 79% de las sociedades analizadas, la caza era una actividad llevada a cabo en partes iguales por hombres y mujeres; en el 33% de los casos, las mujeres incluso cazaban presas de gran tamaño. En su estocada a la idea del hombre cazador, Anderson y sus coautoras se aseguraron de incluir una advertencia sobre el sesgo del investigador y cómo este puede moldear la interpretación de los datos.

Los titulares no se hicieron esperar — se había derribado el mito de la división del trabajo, que no era más que un sesgo de sexo, y un ejemplo de cómo la ciencia también podía sucumbir a los estereotipos sexistas (?). Publicaciones dedicadas exclusivamente a la ciencia como New Scientist, Scientific American y Science unieron su voz al coro que celebraba la presunta destrucción de un alegado mito que perpetuaba un supuesto machismo. De nuevo: yo no entiendo que se considere que una actividad es más chupiguay que la otra; no hay ninguna razón por la que cazar sea intrínsecamente mejor, o más valioso que recolectar, pero pues no parece que muchos se hayan dado a la tarea de cuestionar esa suposición — y parece más popular glorificar la caza que cuestionar su nivel de importancia. En fin.

A finales de febrero de 2024 se publicó la preimpresión de un nuevo paper (Venkatamaran et al, 2024) en el que 15 antropólogos expertos en sociedades de cazadores-recolectores examinaron el artículo de 2023 y encontraron errores fundamentales que le restan cualquier credibilidad.

Los expertos hacen varias críticas al paper de Anderson y sus colegas:

miércoles, 6 de diciembre de 2023

Rezar por los enfermos sigue sin funcionar



Seguimos acumulando evidencia de que rezar por los enfermos no sirve para nada.

En 2001 se publicó un estudio que siguió el desarrollo de 799 pacientes de la unidad de cuidados coronarios; un grupo de pacientes recibió oraciones de intercesión por cinco personas al menos una vez a la semana durante 26 semanas. La oración de intercesión no tuvo un efecto significativo en los resultados médicos.

En 2006 se publicó un estudio que analizaba los efectos terapéuticos de las plegarias por pacientes de cirugía de bypass coronario alojados en seis hospitales diferentes. Los pacientes fueron divididos en tres grupos: al primer y segundo grupos de pacientes les dijeron que tal vez se elevarían plegarias por ellos; a los pacientes del tercer grupo se les dijo que definitivamente habría plegarias por ellos. El estudio contó con la colaboración de tres iglesias cristianas que sólo rezaron por los pacientes del primer grupo. Resulta que no hubo diferencias significativas entre los pacientes de ninguno de los tres grupos, dejando meridianamente claro que las plegarias ofrecidas por muchas personas no tienen absolutamente ningún beneficio sobre la salud de los demás.

Luego, en 2009 Cochrane publicó un metaanálisis de 10 ensayos controlados aleatorizados de oración por las mejoras de salud, y encontraron que no hubo un efecto de la oración de intercesión sobre la muerte, ni significación estadística, tampoco hubo diferencias significativas entre los grupos; no se encontró que rezar tuviera efecto alguno sobre el reingreso a la Unidad de Cuidados Coronarios y la oración intercesora tampoco tuvo efecto en la re-hospitalización. Mejor dicho, rezar por alguien no tiene ningún efecto en su salud.

Esos resultados fueron confirmados en 2021, con otro estudio que analizó las plegarias que las congregaciones católicas hacen por la salud de su respectivo obispo —una práctica rutinaria en la misa—. El estudio comparó la longevidad de 857 obispos católicos, 500 sacerdotes católicos y 3.038 profesores universitarios masculinos de seis países. Los resultados fueron que los obispos y sacerdotes no viven por más tiempo que los profesores universitarios.

Ahora, un grupo de investigadores ha llevado a cabo un estudio sobre el rezo de intercesión por los enfermos de Covid-19, y basta con decir que nadie se ha llevado ninguna sorpresa:

martes, 12 de septiembre de 2023

La relación entre inteligencia artificial y baja religiosidad



Un hecho que parece contraintuitivo es que en el siglo 21 ha habido un declive mundial en religiosidad, un dato que automáticamente hace que el mundo sea mejor de lo que era a principios del siglo.

Ahora, un paper publicado a finales de agosto encontró una correlación entre la reducción de religiosidad y el entrar en contacto con tecnologías de automatización — como la robótica y la inteligencia artificial (IA).

Del reporte en BigThink:

viernes, 7 de julio de 2023

La IARC va por el aspartame



¡Oh-oh! La Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (International Agency for Research on Cancer, IARC) lo ha hecho de nuevo — a finales de junio publicaron su clasificación del aspartame en la categoría 2B, "posiblemente cancerígeno para los seres humanos", y no hubo escasez de notas periodísticas advirtiendo sobre el endulzante artificial. No es la primera vez que la IARC induce a error al público general, y dudo mucho que sea la última.

sábado, 24 de junio de 2023

La subversión ideológica de la biología



Esta es una traducción libre del artículo The Ideological Subversion of Biology, por Jerry Coyne y Luana Maroja, publicado originalmente como artículo principal del Volumen 47 # 4 de Skeptical Inquirer, en su edición para Julio/Agosto 2023

domingo, 21 de mayo de 2023

A vueltas con la supuesta compatibilidad entre ciencia y religión



Deborah García Bello es una divulgadora científica cuya columna, Ciencia Aparte, leo ocasionalmente y, normalmente, tiene artículos interesantes e informativos.

Lamentablemente, su columna de hace unos días es un tema tan trillado como superado — la supuesta compatibilidad entre la religión y la ciencia:

lunes, 8 de mayo de 2023

Prestigiosos 'journals' científicos rechazan 'paper' sobre imparcialidad de la ciencia



Cuando se hicieron públicos los asuntos del "pene conceptual" y de Sokal al Cuadrado (también conocido como el episodio de los Estudios de Agravios), los defensores de la mal llamada 'Justicia' 'Social'™ los desecharon rápidamente porque los autores pretendían deslegitimar todos los estudios de 'género' (y raza, y cualquier otro atributo con el que algunos seres humanos han encontrado excusas para discriminar) recurriendo a journals de cuestionable calidad — para ellos, eso era suficiente para que esas 'disciplinas' conservaran su validez y lugar en la academia. Que hubiera otras preguntas más apremiantes al respecto fue recibido con ensordecedor silencio.

Ese valiente silencio con el que hacen la vista gorda a problemas reales ha sido replicado cuando hemos reportado que los journals de mayor prestigio del mundo —Science y Nature— también han cedido ante los disparates woke, poniendo en verdadero riesgo el quehacer científico.

Pues bien, la destrucción de la ciencia marcha viento en popa — hace unas semanas, una treintena investigadores, hombres y mujeres de diversas nacionalidades y etnias, desde investigadores principiantes hasta dos Premios Nobel, trató de publicar un paper sobre la importancia del mérito para la ciencia en journals que gozan de gran presitigio, sólo para ser rechazados varias veces:

sábado, 8 de abril de 2023

La confusión de la mente moderna: Parte I



Esta es una traducción libre del artículo The Muddling of the American Mind: Part I, por Andy Lewis. El artículo fue publicado en Quackometer el 23 de julio de 2022


viernes, 31 de marzo de 2023

Papa Francisco recurre a la ciencia para posponer encuentro con dios



Hace dos días la prensa reportó que el papa Frank llegó en ambulancia al hospital Gemelli de Roma para ser tratado por una infección respiratoria.

Los detalles que rodean el caso son muy extraños: si los caminos de dios son inescrutables, ¿quién demonios se cree que es Jorge Bergoglio para buscar terminar con la infección que dios puso ahí? Además, ¿por qué no simplemente rezar y ayunar (la receta que él mismo le dio al pueblo ucraniano cuando empezó la masacre)?

Y es que, para más inri, si hay alguien que debería estar ilusionado con la vida después de la muerte, donde pasará la eternidad con dios, según las enseñanzas de la Iglesia que dirige, esa persona es el Papa Francisco. ¿Por qué entonces trata tan desesperadamente de posponer el encuentro?

¿Acaso sentarse a la derecha de dios padre por toda la eternidad no figuraba como parte de los beneficios en la carta descriptiva del cargo? Uno creería que habiendo sido elegido directamente por dios —quien "inspiró" a los cardenales en el cónclave para que lo eligieran como representante personal y portavoz de dios en la Tierra— el Papa Francisco no se aferraría tan obstinadamente al Más Acá, a este Valle de Lágrimas, y en cambio estaría un poco más entusiasmado por la oportunidad de irse al Más Allá.

Seguramente le pondrán un llamado de atención con copia a la hoja de vida por esta flagrante demostración de falta de fe.

(inspirado por Rosa Rubicondior | imagen: BBC/Twitter)

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domingo, 26 de marzo de 2023

Las predicciones de la psicología evolucionista



A la psicología evolucionista no le faltan malquerientes y detractores, pues sus postulados ofenden no sólo la superstición teísta, sino que también demuelen la superstición de la tabla rasa que, al igual que su contraparte religiosa, no deja de asomar la cabeza a pesar de haber sido rebatida exitosamente desde hace años.

Uno de los argumentos más populares contra la psicología evolucionista es que no es más sino una colección de cuentos o historias "precisamente para eso" (just so stories), o sea afirmaciones 'evolutivas' fabricadas para explicar diferentes comportamientos. Algo como "los seres humanos evolucionamos precisamente para eso". El corazón de este argumento radica en que la psicología evolucionista no estaría a la altura de cualquier disciplina científica que se respete, capaz de hacer predicciones, sino que en cambio es una colcha de retazos de explicaciones convenientemente confeccionadas ad hoc, después de descubierto el comportamiento — normalmente, una conducta que no está bien vista por la ortodoxia moral del siglo 21. Básicamente, es degradar la psicología evolucionista de campo científico respetable a filosofía.

Hay dos motivos por los que todos los que se han sumado a la cruzada contra la psicología evolucionista llevan las de perder —y en algunos casos hasta nos han dado la satisfacción de verlos hacer el ridículo en público—: primero, porque nunca se han molestado en sustentar empíricamente su afirmación; y segundo, porque en el instante en el que la psicología evolucionista ofrezca una predicción que luego sea confirmada por los datos, se termina el juego.

Pues bien, ese momento ha llegado — el profesor Laith Al-Shawaf de la Universidad de Colorado ha publicado cuatro ensayos sobre psicología evolucionista en los que ofrece explicaciones y despeja malentendidos sobre esta disciplina científica. El tercer artículo es precisamente sobre el poder predictivo de la psicología evolucionista, y está a rebosar de ejemplos de comportamientos que fueron predichos por la psicología evolucionista y luego confirmados empíricamente — el sitio La nueva Ilustración Evolucionista (que no puedo recomendar lo suficiente), tiene la versión en español completamente traducida; aquí un extracto (ligeramente editado para facilidad de lectura):

sábado, 15 de octubre de 2022

¿La captura ideológica de 'Nature'?



Hace unas semanas comenté que la empresa de publicación 'científica' Nature estableció un estándar de pureza ideológica para publicar en sus páginas — un cambio editorial en el que ahora se reservan el derecho a rechazar estudios rigurosos o retractarlos a posteriori si consideran que su publicación podría suponer un daño "potencial" para poblaciones vulnerables. Un cambio que abraza la ortodoxia moral del momento, y, con ella, la más elemental ignorancia sobre la ciencia y sus virtudes.

Pues Nature no es nada si no es consistente. A pesar del torrente de críticas sobre esto, la empresa editorial parece empeñada en redoblar su apuesta a la corrección política, así que desde entonces nos han obsequiado más disparates sobre —cómo no— las maldades de la ciencia y el mundo académico.

viernes, 2 de septiembre de 2022

'Nature' establece estándar de pureza ideológica para publicar



La empresa de publicación 'científica' Nature acaba de publicar una nueva guía ética de publicación en la que se reservan el derecho a rechazar estudios rigurosos si consideran que su publicación podría suponer un daño "potencial" para poblaciones vulnerables:

martes, 28 de junio de 2022

Muerte por homeopatía



En India, el mejunje homeopático Arsenicum Album 30C (AA30) es preparado a partir de trióxido de arsénico, una sustancia altamente tóxica con el potencial de causar lesiones agudas y crónicas en múltiples sistemas orgánicos, principalmente en la piel, los pulmones, el hígado y los riñones. El preparado se prescribe muy liberalmente a adultos y niños, como un supuesto potenciador del sistema inmune, que presuntamente ayudaría a prevenir las infecciones por COVID-19.

Un grupo de investigadores presentó tres casos de lesión hepática aguda, que condujeron a la muerte de un paciente con cirrosis por esteatohepatitis no alcohólica (EHNA) subyacente, tras el consumo de AA30 para la prevención del COVID-19:

lunes, 20 de junio de 2022

Las plegarias por salud y los enfermos no sirven



El tema de la plegaria posiblemente sea el ejemplo más claro entre las abundantes y exquisitas contradicciones internas de las teologías cristiana y católica — si se cree en un dios que tiene un Plan Divino, la oración ciertamente sobra, pues todo va de acuerdo al plan (ese tumor, el accidente que dejó huérfana a una familia, el no poder pagar las cuentas a fin de mes...). En cambio, si la oración sirviera de algo, pues no es muy brillante esa deidad, que pudiéndolo todo y sabiéndolo todo, igual puede venir el primer manteco a cambiarle los planes sólo porque lo pide mucho, muchito. Ya decía George Carlin que es un poco presumido esperar que dios cambie tooooodo su Plan Divino sólo porque uno cree que tiene una mejor idea de cómo deberían ser las cosas.

Afortunadamente nos podemos ahorrar las sesiones de filosofía, pues contamos con estudios científicos rigurosos y metodológicamente robustos sobre las plegarias. Veamos.

El primer estudio al respecto se publicó en 2006, y analizaba los efectos terapéuticos de las plegarias por pacientes de cirugía de bypass coronario alojados en seis hospitales diferentes. Los pacientes fueron divididos en tres grupos: al primer y segundo grupos de pacientes les dijeron que tal vez se elevarían plegarias por ellos; a los pacientes del tercer grupo se les dijo que definitivamente habría plegarias por ellos. El estudio contó con la colaboración de tres iglesias cristianas que sólo rezaron por los pacientes del primer grupo.

Para sorpresa de nadie, no hubo diferencias significativas entre los pacientes de ninguno de los tres grupos, dejando meridianamente claro que las plegarias ofrecidas por muchas personas no tienen absolutamente ningún beneficio sobre la salud de los demás.

En 2017, la Cochrane revisó 17 ensayos controlados aleatorizados, y su metaanálisis llegó a la conclusión de que no hubo diferencias significativas de la oración de intercesión sobre las muertes, el estado clínico general, el reingreso a la Unidad de Cuidados Coronarios, ni sobre la re-hospitalización.

El tercer estudio con el que contamos es uno que analizó las plegarias que las congregaciones católicas hacen por la salud de su respectivo obispo —una práctica rutinaria en la misa—. El estudio comparó la longevidad de 857 obispos católicos, 500 sacerdotes católicos y 3.038 profesores universitarios masculinos de seis países. Los resultados indican que los obispos y sacerdotes no viven por más tiempo que los profesores universitarios.

Supongo que son noticias un tanto incómodas para los adoradores del zombie judío, en cualquiera sus sectas: o están adorando a la deidad equivocada, o igual a su deidad le trae al pairo si le ruegan por la salud o la vida de un ser querido. Qué curioso — ¡es casi como si el dios cristiano-católico no existiera!

¿Alguien quiere aventurar qué contorsiones de gimnasia mental veremos para conciliar todo esto? Mi apuesta es que incluso los creyentes más bien cuerdos seguirían elevando plegarias por los enfermos —o haciendo toda la pantomima como si lo hicieran— porque les sirve como señalización de virtud, incluso si ellos mismos no se lo creen, y no pueden ofrecer una explicación coherente.

(vía Center for Inquiry | imagen: Ben White)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio | ¿Te ha gustado este post? Síguenos o apóyanos en Patreon para no perderte las próximas publicaciones