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jueves, 4 de febrero de 2016

En Colombia hay pocos carros [EDITADO]



Hoy, como todos los primeros jueves de febrero desde hace varios años en Bogotá, es el Día Sin Carro, una medida liberticida y autocrática muy del gusto de las administraciones locales, con la que pueden decir que están haciendo algo por el medio ambiente — aunque la reducción de gases sea insignificante y la medida no cobije a los peores infractores (y ya quiero ver cómo se justificarán cuando todos los carros sean eléctricos).

Siempre han dicho que "hay muchos carros", y que eso hace necesaria la medida. Pero el problema no es la cantidad de carros porque, en serio, en Colombia hay pocos carros.

Al respecto, vale la pena rescatar un comentario publicado en la edición impresa de El Tiempo del sábado, enviado por un lector llamado Ignacio Ruíz; me parece apropiado reproducirlo en su totalidad —ya que por algún motivo, El Tiempo no publica estos comentarios en línea—:

jueves, 24 de septiembre de 2015

Contra el bicifascismo



Antier, Bogotá tuvo su tercer día sin carro del año, una medida que la Alcaldía justifica diciendo que es para incentivar el uso de la bicicleta y reducir la emisión de dióxido de carbono — al igual que con otras iniciativas, el corte autoritario con el que se busca desincentivar el uso del carro particular me molesta bastante. En vano he argumentado contra la dictadura de las opiniones populares y he visto con incredulidad cómo muchos de mis aliados en la defensa del Estado laico —y quienes dicen oponerse al autoritarismo— celebran este tipo de medidas.

La defensa de las libertades individuales en Colombia es una causa perdida (y con estos activistas tan selectivos con las libertades que deciden defender mientras se ceban obsesivamente con amputar otras, mejor apague y vámonos). Sin embargo, es la causa más justa y por eso merece ser defendida, aunque estemos condenados al fracaso y siempre se termine usando el aparato estatal para premiar o prohibir gustos.

Sin embargo, la oleada de colectivismo del martes también trajo consigo esta columna de Federico Arango, un ciclista que no renunció al sentido común cuando se pasó a la bicicleta, y que llega como una bocanada de aire fresco:

miércoles, 22 de abril de 2015

Del segundo día sin carro del año



Hace dos meses, la alcaldía de Gustavo Petro anunció su intención de hacer más de un día sin carro al año así que, gracias a ese ese arranque colectivista que parece requisito para ser alcalde de Bogotá, hoy estamos repitiendo jornada liberticida.

jueves, 6 de febrero de 2014

Por qué el día sin carro es mala idea



Hoy estamos de día sin carro en Bogotá.

Pulzo presenta 12 razones por las que es mala idea, entre las que destaco:

jueves, 26 de abril de 2012

Reflexión tras el Día sin Carro en Medellín

El lunes Medellín tuvo su propia versión de esa estupidez del día sin carro copiada de los intentos en Bogotá de imponer como obligatorio el transporte público con medidas que se asemejan bastante a los toques de queda.

Pues contra esta sarta de disparates se ha sabido despachar Jaime Jaramillo Panesso magistralmente:

lunes, 2 de mayo de 2011

Supuesto balance positivo tras Día sin Carro en Medellín

La modita esa del odio contra los carros, impulsada por Peñalosa y Mockus, parece haberse tomado al resto del país.

Por ejemplo, en Medellín anuncian que hubo un balance positivo en el día sin carro:

martes, 1 de febrero de 2011

Colombia, Banana Republic: Día Sin Carro y Límite al Derecho a Pensar

Hace algunos años, un alcalducho de Bogotá conjugó su odio por los carros, su lucrativo negocio de Transporte Público -ávido y ávido de usuarios- y su afición por los toques de queda para decretar en la ciudad el Día Sin Carro, el primer jueves de cada Febrero. Once años después, la medida sigue en pie. Y lo que es peor: Enrique Peñalosa, su progenitor, es candidato a la Alcaldía y cuenta con el apoyo de ese otro amigo de los toques de queda, payaso y camarada suyo, Antanas Mockus.

Por si fuera poco, el procurador, Alejandro Ordóñez, ese tinterillo con diploma que no entiende de separación entre la Iglesia y el Estado, ahora asegura que la ¡libertad de pensamiento tiene límites!:
Dentro de un orden democrático y justo no existen, ni pueden existir, derechos o principios absolutos, por lo que las libertades de pensamiento y de expresión sí pueden tener límites o restricciones.

Así lo indicó el procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado