Cada Navidad reaparecen esas populares historias en medios y redes sociales que aseguran que los principales símbolos y tradiciones de la Navidad realmente no son cristianos sino paganos. Es un tropo útil para que un no-creyente le amargue el rato a sus familiares y amigos (y enemigos) creyentes, implicando que están participando de rituales paganos — un pecado en toda regla.
La realidad, sin embargo, es que la idea es infundada en su mayoría.
Papá Noel
El personaje más representativo de la Navidad, Papá Noel, deriva de ‘San’ Nicolás, obispo cristiano de Mira (actual Demre, Turquía) en el siglo 4, famoso por dar regalos en secreto 1. El origen de este avatar navideño es, literalmente, un obispo cristiano.
Con el paso del tiempo, y tras múltiples adaptaciones culturales en Europa y la inevitable comercialización en EEUU, finalmente se llegó al Papá Noel bonachón, que viste de rojo, entra por las chimeneas, y va en un trineo volador tirado por renos. Este es un producto moderno, de los últimos 200 años.
No es un símbolo cristiano, al menos ya no lo es de manera exclusiva, pero tampoco nació de mitologías paganas o corrientes culturales previas al cristianismo. Y no, lamentablemente, tampoco proviene de Odín.
El árbol de Navidad
El origen del árbol de Navidad no está del todo claro, pero no existe evidencia sólida de raíces paganas o precristianas. La representación más antigua conocida de un árbol de Navidad data de 1576 de la Era Común, en una casa en Turckheim, Alsacia (entonces parte del Sacro Imperio Romano Germánico, hoy parte de Francia).
Algunos historiadores rastrean su origen a las regulaciones forestales de ciudades renanas de Sundhoffen y Bergheim (hoy en Alemania) en el siglo 14, que limitaban la tala de abetos antes de Navidad. Otros proponen que el árbol de Navidad proviene del “árbol del Paraíso” usado en representaciones teatrales medievales sobre Adán y Eva, y que los adornos eran representaciones de las manzanas2 del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.
Los árboles de Navidad se popularizaron y expandieron con el cristianismo luterano, y la tradición se difundió ampliamente gracias a la fascinación de la reina Victoria de Inglaterra con los mismos.
En cualquiera de los casos, aunque no está claro que el árbol de Navidad tenga raíces cristianas, lo que es demostrablemente cierto es que no tiene orígenes paganos ni precristianos.
El 25 de diciembre
Se repite a menudo que el 25 de diciembre fue elegido como fecha del nacimiento de Jesús para coincidir con el cumpleaños de Mithra, o de Sol Invictus, con las fiestas saturnales romanas, las fiestas brumales, o las fiestas nórdicas de Yule.
Una hipótesis con un mayor poder explicativo es la llamada tesis del cálculo, propuesta a mediados del siglo 19: según esta, cuando los cristianos empezaban a preocuparse por decidir qué evangelios hacer canónicos y cuáles desechar, por allá en el siglo 3, de igual forma empezaron a preocuparse por la fecha de nacimiento y muerte del protagonista principal de su mito.
Una vez establecidos los evangelios canónicos, usaron estos para determinar la fecha de muerte de Yisus; una vez resuelta esa pregunta, motivados por la noción de la simetría3, decidieron que esta era la misma fecha de la concepción (o sea, de la violación de María por parte de la Paloma Psíquica), y luego sumaron nueve meses.
Así que tomando como referencia el evangelio de Juan, que dice que Jesús fue ejecutado “el día de preparación de la Pascua” y que fue un viernes, estos aleluyos primigenios calcularon que la fecha de muerte habría sido el 25 de marzo del año 29 de la Era Común. Por aquello de la simetría cósmica, esto significaba que Jesús fue concebido tres décadas antes, el 25 de marzo, y que habría nacido nueve meses exactos después, el 25 de diciembre.
De ahí que la fecha de Navidad sea el 25 de diciembre.
Fiesta, regalos y comilonas
La tradición de dar regalos es casi que universal en las culturas humanas, por lo que no tiene sentido decir que el cristianismo lo copió de otras supersticiones. Seguramente ‘San’ Nicolás no tuvo la idea original de empezar a dar regalos, aunque sin él, seguramente no sería la práctica que conocemos en Navidad. De igual forma, tampoco es una práctica exclusiva del cristianismo, así que podemos decir que es una práctica humana, y que suele ser más común a fin de año, en parte, gracias al cristianismo.
Ocurre algo similar con grandes comilonas y la cena de Navidad. Los seres humanos tendemos a celebrar fechas especiales reuniéndonos con nuestros seres queridos y compartiendo comida. Y llegar a la práctica de comer cenas excesivas —o al menos excesivas relativas a la cena de un día entre semana cualquiera— durante los meses de invierno, y a fin de año, no es que tenga características tremendamente particulares que permitan asociarlo a una religión o cultura en particular.
El pesebre y la novena de aguinaldos
En caso de que alguien crea que el pesebre (o belén, que llaman en España) fue copiado de la veneración a Osiris o algo así, vale aclarar que hasta donde sabemos, fue Francisco de Asís quien creó el primer pesebre del que se tiene constancia, en 1223 EC en Greccio (Italia), para rescatar el que consideraba el verdadero espíritu de la Navidad.
La novena de aguinaldos, a su vez, fue creada por el fraile franciscano Fernando de Jesús Larrea en 1743 EC, y se difundió por los territorios del Virreinato de la Nueva Granada (las actuales Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela). Es una serie de oraciones repetitivas y villancicos que se realizan durante los nueve días previos al 25 de diciembre — de ahí que se llame novena4.
El mito de la Navidad pagana
A estas alturas, casi que es una tradición en sí misma el repetir el dato falso de que las tradiciones navideñas son mayoritariamente de origen pagano o precristiano.
Aunque a los creyentes cristianos les resulte ofensivo pensar que su religión habría plagiado y cooptado otras creencias, lo cierto es que no es una idea tremendamente descabellada, ya que abundan los ejemplos de esto 5. Esta noción ha conseguido permear el imaginario colectivo, y se encuentra en libros como El código Da Vinci y la colcha de retazos entre pseudodocumental y teoría conspiranóica que fue Zeitgeist.
Curiosamente, al igual que varias de las tradiciones repasadas, el origen de decir que las tradiciones navideñas son paganas, también nació en el seno del cristianismo.
Por un lado, estaban los puritanos calvinistas, quienes percibían que la celebración de la Navidad era una práctica católica y, por tanto, y en puridad, pagana. Vale tener en cuenta que en el siglo 17, la Navidad no era la fiesta familiar e inofensiva que conocemos hoy en día, sino que era una temporada de libertinaje, en la que se bebía, se apostaba, y se comía en exceso, a la vez que se cometían obscenidades — todas cosas que le ponían la piel de gallina a los puritanos de entonces (como se las pondrían a los de hoy en día).
En su guerra contra la Navidad, además de intentar prohibirla por ley, los puritanos iniciaron una especie de campaña de desprestigio, denunciando la temporada y sus tradiciones como paganas. Es un poco lo que hacen los protestantes hoy en día con Halloween.
Luego, a finales del siglo 19 apareció la llamada escuela de la historia de las religiones: un grupo de teólogos protestantes alemanes muy prestigiosos que pretendieron hacer un estudio comparado de las religiones, pero que al carecer de un método adecuado y riguroso, terminaban encontrando conexiones que no estaban allí, y si parece que todo está conectado, y que la figura de Jesucristo fue hecha a imagen y semejanza de Mitra, pues mira que se han copiado. El problema, claro, es que si todo está conectado con todo, entonces tenemos una explicación que no explica nada.
¿Y ahora?
Desde que surgieron estas tradiciones hasta hoy han pasado siglos, y en ese tiempo el contenido religioso de muchas de ellas se ha diluido hasta volverse casi insignificante.
Hubo una época en la que el árbol de Navidad era típico de hogares protestantes y el pesebre de hogares católicos. Que hoy se monten árboles junto a pesebres en las mismas casas es una señal clara de lo mucho que se ha secularizado el abeto decorado. Papá Noel, por su parte, se asocia más con el invierno y cierta bebida gaseosa que con un obispo turco del siglo 4; la enorme cantidad de películas y relatos sobre “la magia de la Navidad” y el hombre del trineo volador, con su propia mitología, también indica cuánto cristianismo ha dejado atrás.
Es perfectamente posible participar de la Navidad, intercambiar regalos, reunirse a cenar con amigos y familiares, adornar el árbol o salir a ver alumbrados y decoraciones sin renunciar al pensamiento crítico. Estas prácticas se han sacudido en gran medida el cristianismo de sus orígenes, así que disfrutarlas no implica abrazar la superstición del zombie judío.
Obvio, no hace falta participar de las prácticas que todavía giran claramente en torno a su contenido religioso, como rezar la novena, cantar villancicos o armar el pesebre en su versión clásica. Pero tampoco es imposible modificar su contenido y resignificarlas: hace unos años intenté escribir una novena atea; quizá no fue lo más convincente, pero algo es algo.
La novena de aguinaldos sólo se celebra en dos o tres países, así que estos experimentos son más visibles con el pesebre, porque es más ubicuo y porque los creyentes montan una pataleta memorable cuando se toca. Ahí están el pesebre hecho con consoladores o el de los dos Josés como ejemplos de resignificación que escandalizan a muchos. En navidades recientes yo mismo he jugado con el pesebre: le añadía figuras de otras historias de ficción (sobre todo juguetes en desuso), le he puesto niños Jesús extra (que en mi casa siempre termina habiendo de sobra por algún motivo), o he usado las figuras de caucho de reyes magos y pastores para armar equipos, colocarlos estratégicamente en los muebles de la sala y jugar a que el piso es lava, lanzando mis muñecos para tumbar los del equipo de mi hermano y él los míos. Dudo que dentro de 500 años los pesebres se usen exactamente para eso, pero desde luego yo me lo gocé sin sucumbir a la superstición ni renunciar a mis facultades críticas.
Y es en nombre de esas mismas facultades críticas, y un compromiso con la honestidad intelectual, que es apropiado que dejemos atrás el meme de la Navidad pagana. Teniendo tantas verdades para criticar y refutar el cristianismo, ¿para qué recurrir a una falsedad? Es mejor dejarle las fábulas a quienes todavía necesitan cuentos de hadas para pasar momentos inolvidables con sus seres queridos.
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Uno de los regalos ‘secretos’ que hicieron famoso a ‘San’ Nicolás es el dinero que le dio a un padre para que este pudiera pagar a sus futuros yernos para que se casaran con sus hijas, y así evitar la humillación de que se vieran obligadas a dedicarse a la prostitución.
Ciertos cristianos evangélicos son muy puntillosos con el hecho de que en la Biblia se habla del “fruto” del árbol, y que una mala traducción resultó en la idea falsa de que era una manzana, aunqueee… es un tanto hipócrita acusar a los que se refieren a una manzana de estar promoviendo una idea falsa a la vez que dan por cierta la existencia de dios (que por definición es una idea falsa, ya que no se puede falsear). Para quienes buscamos comprender el mundo según la mejor evidencia disponible, perder la compostura porque alguien dice fruto o manzana tiene tanto sentido como entrar en acalorados debates sobre la correcta pronunciación de Wingardium Leviosa.
¿Alguna vez han conocido a alguien que exhibe su ignorancia sobre la ley de los grandes números atribuyéndole un significado especial y místico a todas y cada una de las coincidencias que notan (o se esfuerzan en notar, aunque no estén ahí)? Pues los cristianos del siglo 3 eran así, pero en modo bestia, así que un ser de la importancia cósmica de Jesús tenía que haber sido concebido y haber muerto en la misma fecha (día y mes). Yo pagaría por verlos alucinar al enterarse no ya de que la Tierra no es plana, sino que además ni siquiera es redonda, sino un esferoide oblato deforme, cuya velocidad de rotación irregular hace que haya días más largos o cortos, y que además no completa una revolución alrededor del Sol en 360 días exactos sino que lo hace en 365 y cambio.
“Aguinaldo” tiene varios significados, que incluyen el pago del bono de fin de año (o prima navideña), y el regalo de la ancheta navideña.
Por mencionar algunos, aunque no es que esta sea una lista ni remotamente exhaustiva: el Génesis es un plagio del mito de la creación babilonio Enūma Eliš, la historia del diluvio universal es copi-pegada de la Epopeya de Gilgamesh, la historia bíblica del patriarca José es virtualmente idéntica al cuento del antiguo Egipcio conocido como Historia de Sinuhé (que, por cierto, además, también tiene un relato increíblemente similar al de la batalla entre David y Goliat), y la historia de origen de Moisés fue tomada de la de Sargón de Acad.
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Publicado en De Avanzada por David Osorio | ¿Te ha gustado este post? Síguenos o apóyanos en Substack para no perderte las próximas publicaciones



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