Como todos saben, los católicos necesitan ser protegidos de un dios supuestamente amoroso mediante un hechizo mágico llamado bautizo que es lanzado por un clérigo, para que dicho dios —que se supone que lo sabe todo— sepa que ellos tienen la única fe verdadera y así no los condene al fuego eterno del Infierno junto con todos los que tienen la fe equivocada.
El problema con los hechizos mágicos —como bien nos enseñó Hermione— es que deben decirse de forma exacta, sin la menor desviación o alteración, o no funcionan; y cuando se dirigen a un dios omnisciente, éste no los entiende incluso si una sola palabra está mal, ¡así que no funcionan!
Esta parece ser la posición oficial de la Iglesia Católica, pues la diócesis de Phoenix, Arizona (EEUU), ha informado a miles de personas que creían tener el hechizo protector del bautizo, que no tienen tal protección porque el párroco que llevaba realizando el hechizo durante más de 20 años se equivocó en una palabra al pronunciar el encantamiento del ritual, que también incluye movimientos mágicos de las manos y agua mágica: