Scientific American reporta que el programa de becas de la Sociedad Americana de Geofísica (AGU, sigla en inglés), el premio más prestigioso otorgado por la mayor sociedad de ciencias de la tierra y el espacio del mundo, no fue entregado este año a ninguno de los finalistas al nivel de la sección de la Criosfera, porque todos tenían el color de piel y sexo equivocados:
Todos los candidatos de la lista eran hombres blancos.El artículo está condimentado con menciones de racismo, aunque ninguna hace referencia a la decisión del comité, sino al concepto pseudocientífico de sesgo inconsciente, y cómo la AGU supuestamente tiene un problema estructural de discriminación; afirmaciones que, por lo demás, nadie se molestó en sustentar ni verificar.
"Para mí, eso fue una especie de obstáculo", dijo Helen Fricker, glacióloga del Instituto Scripps de Oceanografía y uno de los cinco miembros del comité [de selección].
El programa de becas de la AGU, creado hace casi 60 años, reconoce a los miembros que han hecho contribuciones excepcionales a sus campos a través de innovaciones, avances y descubrimientos científicos. Es un gran honor. Los becados suelen actuar como "expertos externos, capaces de asesorar a las agencias gubernamentales y otras organizaciones ajenas a las ciencias que lo soliciten", según la AGU.
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La propia Fricker fue nombrada becaria en 2017, cuando se reconocía a relativamente pocas mujeres.
"Una de las razones por las que me incluyeron en el comité fue porque el año en que fui becaria me sentí muy minoritaria, y teníamos que mejorar y conseguir más mujeres", dijo en una entrevista.
Así que los miembros del comité tomaron una decisión incómoda. Se negaron a recomendar ningún candidato.
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"Somos conscientes de que nuestra decisión significa que excelentes científicos que no han hecho nada malo y que eran firmes candidatos a ser recomendados por la sección de la Criosfera, se les ha negado el apoyo del comité de becarios de la Criosfera en el nivel de becarios de la AGU este año", añadió el comité. "Lo que esperamos es que este momento sirva tanto para reflexionar sobre el compromiso de la comunidad como para llamar a la acción".
Rechazar la recomendación de unos candidatos que, por lo demás, eran sólidos, fue "la parte más difícil", añadió Fricker.
En el artículo hay comentarios que merecen la pena, como la idea de que darle premios a investigadores individuales o el hecho de otorgar premios por el quehacer científico deban ser cuestionados y distorsionan aquello mismo que pretenden premiar; o que la burocracia para aplicar a los premios tiene un impacto en el número de aplicantes. Y es válido tener esas discusiones — aunque preferiblemente no al momento de elegir a los gandores.
Lo que sí no tiene ninguna presentación es afirmar que la disparidad en rasgos biológicos de los aplicantes a un programa de becas necesariamente es evidencia de racismo (o sexismo) estructural en una organización sin siquiera evaluar si tienen igualdad de aplicantes, o considerar si ofrecen igualdad de oportunidades (que es lo que realmente importa, o debería importar). Y aderezar este defectuoso tren de pensamiento con conceptos pseudocientíficos no hace sino añadir sal a la herida.
Supongo que en este mundo posmoderno, en nombre de la diversidad todo vale — incluso recurrir a la anticiencia y negarle reconocimiento a científicos que hacen bien su trabajo.
(vía Why Evolution Is True | imagen: Rutgers)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio | ¿Te ha gustado este post? Síguenos o apóyanos en Patreon para no perderte las próximas publicaciones
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