sábado, 10 de febrero de 2018

La amargura de Jaén: condena por blasfemia en Instagram



En abril de 2017, el ciudadano español Daniel Cristian Serrano subió a su cuenta de Instagram una fotografía del Cristo de Amargura de Jaén que había editado para poner su cara donde iría la del personaje principal del mito judeocristiano, y el texto “Sobran las palabras, la cara lo dice todo, Makaveli soy tu dios”, en referencia al rapero americano Tupac Shakur. La imagen no le hizo mucha gracia a la cofradía local, aptamente bautizada como Hermandad de la Amargura, que, ni corta ni perezosa, empezó a acosar a Serrano para que la borrara.

Como Serrano no se dejó amedrentar, los cafres de la Amargura lo denunciaron por el pseudodelito de "ofender los sentimientos religiosos". Varios meses después, Serrano acaba de ser condenado a pagar 480 euros.

A ver, repasemos: los de la Cofradía no se responsabilizan de sus propios sentimientos, y creen que si algo les disgusta, el problema es de alguien más. Y así han conseguido que un joven inocente, con toda su vida por delante, tenga un antecedente penal en su expediente judicial.

Los comentarios sobre Españistán se me antojan demasiado facilistas en este caso, pues aunque este es un episodio vergonzoso en el que la madre patria volvió a poner la superstición privada por encima de la libertad de expresión, la respuesta de la ciudadanía y de los propios medios sí ha estado a la altura del siglo 21: la gran mayoría de medios españoles que consulté para este post republicó la imagen, y las redes sociales han viralizado esa imagen y nuevas blasfemias que le han hecho llegar a los cafres.

Es cien veces preferible esta respuesta que el tibio, timorato y tardío Je Suis Charlie, cuando la mayoría de los cobardes medios de comunicación no se atrevieron a republicar las caricaturas que le costaron la vida a 11 inocentes en Charlie Hebdo, y cuando los biempensants incluso llegaron a justificar la masacre... porque aparentemente los cafres de Jaén deben responsabilizarse de sus sentimientos ofendidos, pero esperar lo mismo de los musulmanes sería exigir demasiado.

Y no es que este episodio no sea suficientmente malo en sí mismo, ni que Serrano no merezca toda nuestra solidaridad, pero siempre es bueno tratar de mantener las cosas en perspectiva y no sacarlas de proporción. España necesita deshacerse del absurdo tipo penal de ofensa a los sentimientos religiosos. Pero vale reconocer que la forma en que los medios y la ciudadanía respondieron ante la injusticia contra Serrano debería ser la plantilla por defecto cuando los matones religiosos intentan silenciar expresiones que les disgustan.

Con el resurgimiento del puritanismo y del autoritarismo en todo el mundo, a quienes aún valoramos la democracia y los derechos humanos nos vendría bien tener esto claro.

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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