Habíamos quedado en que mi alma máter, la gloriosa Universidad Externado de Colombia está siendo atacada por el exfiscal Eduardo Montealegre en un cutre intento de venganza contra el rector Juan Carlos Henao, porque este protegió las arcas de la casa de estudios de la voraz hambre burocrática del primero.
Al parecer, el rector Henao contestó el derecho de petición de Montealegre dándole una lección de derecho constitucional que haría que cualquier abogado que se respete devolviera su diploma y dedique el resto de sus días a la orfebrería. (Digo que parece, porque la respuesta fue publicada por una dudosa cuenta en Twitter creada para darle un barniz de seriedad a los embates del voraz exfiscal; las criaturitas detrás de la cuenta tienen, además, la simpática idea de que bloquearlos en una red social equivale a censurarlos, y tampoco han revelado cómo es que han obtenido la correspondencia que iba dirigida a Montealegre — vamos, que son a la honestidad intelectual lo que la Iglesia Católica es a denunciar curas pederastas.)
Aunque inicialmente sólo le daba tímidos retweets a los trinos del profesor Néstor Osuna, el columnista y profesor Ramiro Bejarano finalmente abordó el tema en su columna de esta semana, titulada Externado... ¡presente! Su versión de los hechos es, cuando menos, pintoresca:
El exprofesor Eduardo Montealegre ejerció su derecho al preguntar por qué no se ha renovado un Consejo Directivo que lleva 20 años vigente y por qué no se rinden cuentas. Similar petición formularon los profesores Néstor Osuna, Jorge Perdomo y otros 20 exalumnos. Aunque ambas peticiones son duras y críticas, pero legítimas y razonables, ninguna de las dos debe poner a tambalear 132 años de existencia de la institución y deberían ser respondidas prontamente, sin importar las tutelas que se anuncian. Faltaría más que el Externado esté arrinconado porque alguien promete que entablará tutelas. El que nada debe, nada teme. Por eso es alarmante que la Universidad, amparada en la autonomía universitaria, haya rechazado una de esas peticiones con el odioso argumento de que el peticionario carece de legitimación. Con esa leguleyada ya ningún egresado podría reclamar su condición de externadista.
Si no se atrevieron los directivos, quizás sí fueron personas cercanas a ellos o sus subalternos quienes optaron por responder la filtración sobre las peticiones de Montealegre, y han propalado la versión de que hay un complot contra el rector para entregarle su cargo al exfiscal. Este ha desmentido semejante especie. Pero a partir de tal falacia, periodistas ansiosos de asistir a un enfrentamiento —unos de buena fe, otros desinformados y los demás por malquerencias contra Montealegre— armaron una guerra entre partidarios de que el rector continúe y simpatizantes del antiguo fiscal. Nada de eso es verdad, porque con el Consejo Directivo envejecido o renovado, el actual rector será reelegido, toda vez que es él quien ejerce el poder absoluto en la Universidad.
Mi compromiso es con mi alma máter, no con personas; ni el rector, ni el Consejo Directivo, ni la Secretaría General, ni los doctores Montealegre, Osuna y Perdomo. No rindo culto a la personalidad de nadie; no lo hice en vida del doctor Fernando Hinestrosa y menos lo haré ahora.
Vaya, esto está tan mal en tantos niveles que casi ni siquiera sé por dónde empezar. Supongo que seguiré el orden de ideas que propone el propio Bejarano.
A ver, Montealegre tiene derecho a preguntarse por qué no se ha renovado el Consejo Directivo, y puede hacerlo mediante los mecanismos dispuestos para ello; un derecho de petición ante entidades privadas no es tal mecanismo, porque a Montealegre no se le está vulnerando ningún derecho fundamental, y esa es la única razón por la que se puede interponer tal acción ante entidades privadas. O lo que el procesalista llama "leguleyada".
Aquí estoy teniendo problemas en decidir qué es más chistoso: lo de la "leguleyada" o la afirmación sobre la legitimidad. Yo soy orgullosamente egresado del Externado pero ni en mis sueños más salvajes creería que el diploma del Externado implica que el Consejo Directivo de la Universidad viola mis derechos fundamentales cada vez que toman decisiones que no me gustan, y que eso me pondría en posición de interponer un derecho de petición.
Lo de que Montealegre quiera asumir como rector del Externado es tan disparatado que no se lo cree nadie, no porque Montealegre lo desmienta —que antes de creerle cualquier cosa tiene que explicar lo que ocurrió con el presupuesto de la Universidad de la Fiscalía y con el fraude de Natalia Springer— sino porque después de su pataleta, no tiene opción de salir elegido. Sin embargo, un argumento con mucho más peso, y que Bejarano evita convenientemente, es que Montealegre quiere un rector de bolsillo que le desembolse millonadas a su antojo por el concepto de 'investigar'.
La afirmación de que Henao —a quien Bejarano ni siquiera es capaz de mencionar por nombre— tiene el poder absoluto en la Universidad es completamente escandalosa y a Bejarano le correspondería probarla, aunque no lo hace. Hasta entonces, lo que se afirma sin evidencia se puede descartar sin evidencia.
Si es cierto que Bejarano no rinde culto a la personalidad, también es cierto que su sentido de la oportunidad es muy peculiar: durante los últimos 15 años de decanatura del doctor Hinestrosa no dijo ni mú sobre los estatutos de la Universidad, o sobre democratizar el proceso de elección del rector, e incluso parece que estuvo cómplicemente callado cuando Henao fue elegido al cargo; ¿pero su celo por la democratización se despertó justo ahora? Wow! Qué coincidencia.
Como mencioné la vez pasada, creo que a Bejarano hay que darle el beneficio de la duda en vista de su trayectoria — en este tema está más equivocado que Michael Jordan pasándose al baseball, pero me resisto a creer que lo haga de mala fe. Como lo de leer mentes se lo dejo a los charlatanes, lo único que puedo ofrecer aquí son comentarios y alguna conjetura educada: por ejemplo, me parece curioso que en cuestión de unos años Bejarano haya pasado de tratar a Henao de tú-a-tú a ni siquiera dignarse a mencionarlo por su nombre en una columna en la que claramente es relevante la figura de Henao, acusándolo además —y sin aportar evidencia— de tener el poder absoluto en la Universidad. Una vez más: las inquietudes de Bejarano bien pueden ser legítimas, pero mal hace al utilizar esta coyuntura para avanzarlas. Por otra parte, si su compromiso es con el Externado, es increíble que no le llame la más mínima atención que quien hoy torpedea deliberadamente el adecuado funcionamiento de la U disfrazándose de demócrata haya salido por última vez del campus dando un portazo porque Henao sólo le iba a dar para los dulces mientras era embajador. ¿Acaso esa posibilidad —que sería una seria amenaza al alma máter que compartimos— no merecía siquiera una línea?
Bejarano se había quejado de que unos profesores del Externado convocaran una asamblea "excluyente" invitando a sus amigos, y repitió la acusación en la columna. Muy pertinentemente, el doctor y también profesor del Externado Gonzalo Ramírez Cleves señaló que el propio Bejarano hizo exactamente lo mismo tras la muerte de Hinestrosa, sin que nadie le tildara de excluyente o nada por el estilo. (Ramírez puso su cuenta de Twitter como privada, y no me extrañaría que se deba a ataques personales por su defensa pública de Henao y la Universidad — ese mismo tipo de ataques que hace apenas dos semanas Osuna y Bejarano deploraban como falacias ad hominem.)
Luego, Bejarano esgrime el barato argumento de que si la Universidad no hace las cosas como él sugiere —que, ohh, sorpresa, incluye ceder por completo a la pataleta de Montealegre— el Externado faltaría al credo externadista (?), una afirmación extraña pues al principio ya acusado a la Universidad de no ser más la "cuna del radicalismo liberal" (!); además pidió que todo se hiciera de manera pluralista y sin perseguir a nadie (??), como si esa no fuera ya la norma en el Externado.
El columnista concluye diciendo que quienes quieren dividir a la comunidad externadista no cuentan con él. Si así es sin contar con él, ¿cómo sería contando con él?
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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