Esta semana se anunciaron los ganadores de los Premios Nobel 2019; la mitad del Nobel de Física le fue otorgado a Michel Mayor y Didier Queloz "por el descubrimiento de un exoplaneta orbitando una estrella de tipo solar". El descubrimiento fue hecho inicialmente por Mayor, en 1994, pero antes de hacerlo público, quiso cerciorarse, así que esperó un año y en 1995 repitió el ejercicio de observación junto a su entonces estudiante de doctorado, Queloz. Y la observación se mantuvo, así que juntos presentaron ese año al mundo el primer exoplaneta descubierto, Dimidio ó 51 Pegasi b.
Ese descubrimiento les acaba de valer el Nobel, que además vino acompañado por un renovado interés mediático para entrevistarlos. Pues en la entrevista con El Pais de España, Mayor puso de manifiesto su ateísmo:
P. Giordano Bruno, que fue quemado por la Iglesia en el siglo XVII, propuso que hay muchos otros sistemas solares en el universo, lo que no encaja con el relato cristiano de la creación ¿Cuál es el sitio de Dios en el universo?
R. La visión religiosa dice que Dios decidió que solo hubiese vida aquí, en la Tierra, y la creó. Los hechos científicos dicen que la vida es un proceso natural. Yo creo que la única respuesta es investigar y encontrar la respuesta, pero para mí no hay sitio para Dios en el universo.
¡Ohh, es delicioso ver esto publicado en un medio masivo de comunicación!
Sin embargo, deberíamos evitar la conclusion de que dios no existe sólo porque lo dijo alguien muy inteligente que acaba de ganar un Nobel. Los ganadores Nobel pueden haber hecho contribuciones muy importantes en sus campos de estudio, pero hacer cualquier cosa —como creer o dejar de creer en dios— solo porque alguien muy inteligente lo hace o lo dice es caer en la vieja trampa de la falacia de autoridad.
Ser muy inteligente no evita necesariamente que la gente tome malas decisiones, cometa errores o llegue a las conclusiones equivocadas: las personas inteligentes también son seres humanos, y por tanto son susceptibles de caer en los sesgos cognitivos y heurísticas a los que somos propensos gracias a nuestro cerebro identificador de patrones evolucionado en la sabana africana. Así que lo importante aquí realmente es que haya llegado a la conclusión evitando los sesgos cognitivos en el proceso.
Y recurrir a Mayor como figura de autoridad para decir que dios no existe ubicaría a cualquier persona en un terreno peligroso. Los Nobel pueden decir verdades como castillos —por ejemplo, que dios no existe—, y también pueden decir falsedades. Y así, mientras Mayor ha dicho algo culturalmente trascendental, aunque relativamente obvio, también tenemos una preocupante tendencia de otros Premios Nobel que son verdaderos magufos, quienes, una vez alcanzada la fama, se ponen a soltar afirmaciones delirantes, darle credibilidad a paparruchas, y promover pseudociencias — este fenómeno es conocido como la enfermedad Nobel: "una aflicción de ciertos Premios Nobel que les hace abrazar ideas extrañas o científicamente poco sólidas, por lo general en una etapa avanzada de su vida".
Y quien diga que dios no existe sólo porque el Nobel de Física Michel Mayor lo dijo, igual apela a la autoridad de otros galardonados con el Nobel que apoyan el pánico antivacunas, promueven la homeopatía, o niegan el calentamiento global. E igual se verán en aprietos cuando tengan que reconciliar el descubrimiento del virus del sida que le valió un Nobel a Luc Montaigner con el negacionismo del mismo hecho por otros Premios Nobel, como Walter Gilbert y Kary Mullis (que fueron premiados por otras cosas).
Ganar un Premio Nobel es trascendental —en ciencias, al menos—, y significa que la persona que lo recibe hizo un descubrimiento particular en un campo de estudio particular, que dejó a la Humanidad en una mejor posición para comprender el mundo que nos rodea. Ganar un Nobel no hace que lo que las personas crean en otros temas sea necesariamente una opinión informada o siquiera epistemológicamente sólida, mucho menos cierta.
Quienes mantengan la rigurosidad del método científico al aproximarse a otras áreas, posiblemente tengan opiniones mejor informadas que los que no, como Mayor la tiene sobre la existencia de deidades, mientras que Montaigner no la tiene sobre las vacunas.
Y, si un día, Mayor cambia de opinión, eso no hará que se produzca un dios por generación espontánea, o que 51 Pegasi b deje de existir. Es lo que tienen los hechos: no cambian, independientemente de las opiniones de los Nobel, o de nadie más.
(imagen: NTNU)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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