Esta es una traducción libre del artículo Book Review: Irreversible Damage: The Transgender Craze Seducing Our Daughters, by Abigail Shrier, por la doctora Harriet Hall, publicado el 15 de junio de 2021 en Science-Based Medicine, y posteriormente retractado por los editores de ese sitio, porque el artículo de Hall no es políticamente correcto — tras esta cobarde retractación, la reseña fue republicada en Skeptic Magazine.
En 2018 escribí sobre un estudio de investigación de Lisa Littman. Ella acuñó el término disforia de género de aparición rápida (ROGD, por sus siglas en inglés) para describir los informes que había estado leyendo sobre la disforia de género que aparece rápidamente alrededor del momento de la pubertad en adolescentes y adultos jóvenes que no habrían cumplido con los criterios de disforia de género en la infancia. Su estudio planteaba la posibilidad de que, en lugar de tratarse siempre de una sensación innata e inmutable de incongruencia entre el sexo anatómico y el sentido personal del género, algunos casos de disforia de género podrían deberse al contagio social de la presión de los compañeros y de influencias en línea.
Me pareció que eso merecía ser investigado. Recibí muchas críticas por escribir sobre ello. Incluso me llamaron transfóbica, cosa que no soy en absoluto. Sólo quiero lo mejor para cada persona. Si eso significa hacer la transición, lo apoyo totalmente. Si eso significa que algunas personas hacen la transición por razones equivocadas y luego cambian de opinión, eso es lamentable y tenemos que encontrar una mejor forma de identificar a esas personas y tratar su disforia sin someterlas a intervenciones irreversibles. Dudé en abordar de nuevo este controvertido tema, pero en 2020 Abigail Shrier escribió un libro que comparte mis preocupaciones y las de Littman. Combina hechos bien investigados con historias escalofriantes sobre cirugías chapuceras, personas que luego se arrepienten de sus decisiones y terapeutas que no están proporcionando terapia, sino que solo validan el autodiagnóstico de sus pacientes. El título es Irreversible Damage: The Transgender Craze Seducing Our Daughters (Daño irreversible: La moda transgénero que seduce a nuestras hijas).
Los métodos de investigación de Littman eran imperfectos, pero ella fue vilipendiada injustamente
La investigación de Littman fue ampliamente criticada por sus defectos, que describí en mi artículo. No era buena ciencia y no se proponía establecer que la ROGD fuera real; pretendía ser exploratoria y generadora de hipótesis. Los activistas transgénero acusaron a Littman de haber perjudicado a la gente con su investigación; la calificaron de "peligrosa". Su artículo recibió elogios de algunos expertos mundiales en disforia de género y de muchos padres, pero también fue tachada de matona y fanática. Los activistas la denunciaron ante su empleador, el Departamento de Salud de Rhode Island, y éste la despidió, a pesar de que su trabajo no tenía nada que ver con los jóvenes transexuales ni con los niños pequeños. La atacaron injustamente, mancharon su reputación y perdió un trabajo que amaba.
Las cifras son alarmantes
Históricamente, la convicción de que el género propio no coincide con el sexo anatómico suele comenzar alrededor de los 2-4 años. Sólo afectaba al 0,01% de los niños, casi exclusivamente varones. Y en el 70% de los casos, acababan superándolo. Antes de 2012, no había literatura científica sobre niñas de 11 a 21 años que hubieran desarrollado disforia de género en absoluto.
El panorama ha cambiado drásticamente. Las niñas natales constituyen ahora la mayoría. Grupos de adolescentes descubren juntos la identidad transgénero y claman por hormonas y cirugía. En 2018, el Reino Unido informó de un aumento del 4.400% con respecto a la década anterior en las adolescentes que buscan tratamientos de género; se han observado picos similares en muchos otros países. En Estados Unidos, la prevalencia de la disforia de género en adolescentes ha aumentado más del 1.000% en la última década. En 2016, las mujeres natales representaban el 46% de todas las cirugías de reasignación de sexo; un año después era el 70%.
Estamos empezando a ver desistidores (los que dejan de identificarse como transgénero) y destransicionadores (los que se han sometido a procedimientos médicos, se arrepienten y tratan de dar marcha atrás). No se dispone de estadísticas sobre la frecuencia con la que esto ocurre.
Quienes hacen la transición rara vez adoptan los hábitos estereotipados de los hombres (como comprarse un juego de pesas), sólo el 3% se ha sometido a una faloplastia (para crear un pene artificial) y sólo el 13% dice querer una. Una respuesta común es "No sé exactamente si quiero ser un hombre. Sólo sé que no quiero ser una chica". Las chicas que antes se clasificaban como marimachos o lesbianas ahora se clasifican como transgénero; a veces la idea de la transexualidad es sugerida por primera vez por un terapeuta. En un colegio en el que 15 estudiantes habían salido del armario como transgénero, no había ni una sola lesbiana. Shrier buscó casos en los que un consejero sugiriera a un paciente que podría ser lesbiana en lugar de transgénero; no pudo encontrar ni un solo ejemplo. En la última década, las lesbianas han visto desaparecer los bares y las publicaciones de lesbianas. Las lesbianas han sido denigradas como varones transgénero que no admiten que se supone que son varones.
Los mantras de los influencers trans
Hay muchas redes sociales y foros en línea que facilitan el descubrimiento de la identidad trans. Los gurús de la influencia trans suelen ofrecer consejos como este:
• Si crees que podrías ser trans, lo eres.
• Puedes empezar a probar a ser trans usando una faja para aplanar tus pechos.
• La testosterona es fenomenal y puede resolver todos tus problemas. No tienes que estar segura de que eres transgénero para tomar hormonas.
• Si tus padres te quieren, apoyarán tu identidad trans. Si tus padres no te apoyan, es válido cortar tu relación con ellos.
• Si no te apoyan en tu identidad trans, probablemente te suicides.
• Engañar a los padres y a los médicos está justificado si ayuda a la transición. Se proporcionan guiones para convencer a los médicos de que te den hormonas. Está bien mentir y decir que siempre has sabido que eras trans aunque no sea cierto.
• No tienes que identificarte como el sexo opuesto para ser "trans". Puedes ser de "género fluido" y reservarte el derecho a cambiar de opinión. Una dijo que quería identificarse como mujer sólo algunas veces.
• Si alguna vez te has sentido diferente, ansiosa o temerosa, o has sentido que no encajas, hay una comunidad transgénero dispuesta a aceptarte y convertirse en tu nueva familia
Los colegios no están ayudando
En California, los estudiantes pueden optar por no recibir instrucción sobre salud sexual, pero no pueden optar por no recibir instrucción sobre identidad de género e identificación sexual. Los estereotipos de género se enseñan en el jardín infantil. A los niños se les enseña que pueden tener un cerebro de niña en un cuerpo de niño o viceversa; sin importarles que eso sea biológicamente absurdo. A los adolescentes se les pide que imaginen cómo sería ser del otro género. Cuando un niño sale del armario como trans, los colegios suelen adoptar su nuevo nombre y pronombres preferidos sin informar a los padres (aparentemente para proteger la privacidad del niño). Los logros de las mujeres no conformistas con el género se minimizan porque no cuentan como verdaderas mujeres.
Una de las tareas de la adolescencia es establecer una identidad. Los adolescentes todavía están tratando de averiguar quiénes son y por qué género se sienten atraídos. Muchas de las adolescentes que adoptan una identidad transgénero nunca han tenido una sola experiencia sexual o romántica y nunca han sido besadas.
Shrier da un ejemplo personal de cómo los adolescentes no siempre pueden predecir lo que querrán más adelante en la vida. Ella quería operarse para reducir sus pechos. Su padre objetó que podría interferir con la lactancia materna, pero ella estaba absolutamente segura de que nunca querría amamantar a un bebé. Más de una década después, ha amamantado a tres bebés y considera que es una de las experiencias más gratificantes de su vida. Dice: "Somos muy buenos para saber qué es lo que queremos ahora mismo; somos mucho menos buenos para predecir si el objeto de nuestro deseo producirá la satisfacción que damos por sentada".
El cliente siempre tiene la razón
Casi todas las organizaciones de acreditación médica han adoptado una nueva norma de "atención afirmativa" en materia de salud mental. Las directrices de la Asociación Americana de Psicología van mucho más allá de respetar y apoyar las identidades trans; exigen que los terapeutas adopten ellos mismos la ideología de género. Los terapeutas deben aceptar y afirmar el autodiagnóstico del paciente. Shrier lo compara con decirle a una adolescente anoréxica "Si crees que estás gorda, entonces lo estás. Hablemos de liposucción y de programas de pérdida de peso". Se pregunta si una norma guiada menos por la biología que por lo políticamente correcto es lo mejor para el paciente.
No proporcionamos atención afirmativa para la anorexia. No decimos "Sí, estás gorda" y nos ofrecemos a ayudarles a reducir aún más su peso. Parte del papel del terapeuta es cuestionar la autoevaluación del paciente.
Se pide a los padres que crean que nunca han tenido una hija, sino que siempre han tenido un hijo. Se les dice que si no lo afirman, el niño puede suicidarse: "¿Prefieres una hija muerta o un hijo vivo?" Se nos pide que ignoremos el ADN y aceptemos los inefables sentimientos de un niño de ocho años. Esto equivale a un chantaje emocional, y no se basa en evidencia sólida. El suicidio no es infrecuente, pero hay pruebas de que otros factores distintos de la disforia de género pueden ser la causa de la ideación suicida, y hay pruebas de que la afirmación no mejora los problemas de salud mental. En un estudio de transexuales adultos, hubo un aumento de la tendencia al suicidio después de la cirugía de reasignación de sexo.
Los disidentes
Algunos terapeutas creen que el modelo afirmativo es un error, pero no se atreven a hablar. Diecinueve estados prohíben la terapia de conversión para la homosexualidad, y equiparan el cuestionamiento del autodiagnóstico de disforia de género de un paciente a una especie de terapia de conversión, prohibiéndola también. Los terapeutas disidentes han perdido sus puestos de trabajo y corren el riesgo de perder su licencia. El Dr. Kenneth Zucker es un ejemplo de ello. Experto muy respetado en disforia de género, se negó a reducir el origen de la angustia a un solo problema; insistió en examinar al niño en su totalidad. En una serie de 100 niños que trató y que no habían sido objeto de una transición social por parte de sus padres, la friolera del 88% superó su disforia. Se le acusó de practicar la terapia de conversión, fue despedido y su reputación quedó arruinada.
El Dr. Ray Blanchard se pregunta si las adolescentes que se identifican repentinamente como trans tienen incluso disforia de género. Cree que son una mezcla de las que serán transgénero pase lo que pase, las que superarán su disforia y vivirán como adultas homosexuales, y las que tienen trastornos de personalidad límite y han identificado una especie de disforia de género falsa como el foco de su infelicidad. Se necesita un estudio empírico riguroso para orientar el diagnóstico, la comprensión y el tratamiento; pero en el entorno político actual la buena ciencia se ha vuelto casi imposible.
Dado que los médicos no tienen forma de predecir qué disforia responderá a la cirugía de género, Shrier dice (y yo estoy de acuerdo) que debería ser claramente etiquetada como experimental y debería estar restringida a pacientes que participen en estudios controlados supervisados por un comité ético independiente (CEI). La testosterona puede parecer un milagro; puede eliminar la depresión y la ansiedad y hacer que las mujeres jóvenes se sientan audaces y sin miedo. Planned Parenthood, [el consorcio de atención integrada] Kaiser y la [Clínica] Mayo la suministran, a menudo con un "consentimiento informado" en la primera visita, sin necesidad de ser remitido por el terapeuta ni una autorización del mismo. Se administra a pacientes de hasta 15 años (la edad de consentimiento en Oregón). Hay muchos riesgos, que Shrier describe. También describe los riesgos de los bloqueadores de pubertad como el Lupron. Retrasar la pubertad es supuestamente inofensivo, pero no lo es. Imagina a un niño prepúber tratando de relacionarse con compañeros de su edad que ya han experimentado la pubertad. Los estudios han demostrado que cuando un niño recibe bloqueadores de pubertad, casi el 100% pasará a tomar hormonas del otro sexo. Esto garantiza esencialmente la infertilidad. La "cirugía superior", o mastectomía bilateral, es defendida por los cirujanos que creen que los adolescentes pueden tomar decisiones lógicas, y se realiza en niñas de hasta 13 años (legal en California). Los cirujanos no requieren la opinión de un terapeuta; acceden a los deseos de la paciente y rara vez se niegan a realizársela a alguien.
Conclusión: Un libro importante
Sin duda, este libro será criticado como lo fue el estudio de Lisa Littman. Sí, está lleno de anécdotas e historias de terror, y sabemos que el plural de anécdota no es dato, pero Shrier buscó diligentemente buenos estudios científicos y no encontró muchos. Y ese es el problema. Necesitamos desesperadamente buena ciencia, y no es probable que ocurra en el actual clima político. Cualquiera que aborde este tema puede esperar ser atacado por los activistas. ¿Es la ROGD una categoría legítima? No lo sabemos, ya que no se han realizado los estudios controlados necesarios. Estoy segura de que Shrier será tildada de transfóbica y vilipendiada por perjudicar a las personas transgénero, y estoy segura de que yo seré tildada de transfóbica sólo por reseñar su libro.
La autora saca a relucir algunos datos alarmantes que deben ser analizados con urgencia. La incidencia de la disforia de género en los adolescentes está aumentando y parece estar vinculada a las influencias de Internet y a los grupos sociales de amigos. El número de personas que se identifican como lesbianas está disminuyendo. Los terapeutas aceptan sin rechistar los autodiagnósticos de los pacientes y se ofrecen tratamientos irreversibles sin la participación del terapeuta. Sabemos que al menos algunos de estos pacientes desistirán y destransicionarán, y no tenemos forma de predecir cuáles. Se está instruyendo a los niños sobre cómo mentir a los padres y a los médicos para obligarles a proporcionar los tratamientos que desean. Se están destruyendo familias.
Por si sirve de algo, vuelvo a insistir en que no soy transfóbica. Apoyo las hormonas y las cirugías de género para los adultos que se beneficiarán con ellas. Me preocupa el bienestar de estas adolescentes y me molesta que algunas de ellas puedan ser influidas indebidamente y den pasos irreversibles de los que luego se arrepientan.
¿Qué hacer? Creo que restringir las cirugías a un entorno de investigación es una buena idea. Creo que el modelo de atención afirmativa es un error y una negligencia y debería dejar de hacerse. Shrier aboga por no dejar que las niñas tengan teléfonos móviles. No estoy de acuerdo. Creo que negarle a tu hija un teléfono móvil es una forma segura de hacer que te odie y puede empeorar su sufrimiento, no paliarlo.
(vía Why Evolution Is True )
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Publicado en De Avanzada por David Osorio | ¿Te ha gustado este post? Síguenos o apóyanos en Patreon para no perderte las próximas publicaciones.
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