Desde el año pasado hemos visto un incremento en los asesinatos de ateos —principalmente en Bangladesh—, por draconianas leyes anti-blasfemia y ordenamientos jurídicos que el islam ha infectado irreparablemente.
Ante esta situación se han hecho esfuerzos por salvarle el pellejo a los ateos cuyas vidas podrían estar peligrando por tener la mala fortuna de encontrarse en pocilgas teocráticas; así es como se han salvado a una docena de personas (y, en algunas oportunidades, también a sus familias), como Raihan Abir y Shammi Haque.
Todos estos casos de éxito se han debido a los buenos oficios del Center for Inquiry (CFI), que el viernes anunció la expansión de este programa: