domingo, 2 de junio de 2013

La muerte del documental



Los documentales son formatos audiovisuales que se basan en documentos (de ahí su nombre) para transmitir a la audiencia hechos o descubrimientos a los que, posiblemente, de otra forma no tendrían acceso.

Sin embargo, la aparición de Internet y de herramientas que permitieron reducir sustancialmente los costos de hacer películas, han traído consigo un auge en el mercado de ofertas multimedia que presentan como real información que se contradice con el conocimiento humano acumulado, y esto con fines no muy altruistas.

Esta explosión de pseudodocumentales y otras desfiguraciones menos aberrantes del género, practicamente han desterrado de este mundo los documentales entendidos como divulgación científica y la presentación de hechos ampliamente desconocidos.

En cambio, no es descabellado afirmar que el género ha derivado en el cine de autor, dejando los hechos incómodos a un lado e incluso torciendo la verdad, con fines ideológicos. Esto aplica tanto para los mockumentaries y docudramas, como para los panfletos propagandísticos 'alternativos' y 'revolucionarios'.

Un documental digno de llamarse así, además, encontrará dificultades de varios tipos. En primer lugar, está la financiación - ¿por qué hacer un programa de calidad, una presentación equilibrada y completa de los hechos, cuando se puede poner en cámara la primera idea New Age y 'revolucionaria' que se venga a la mente y que cuesta muchísimo menos? Esto es lo que pasó con History Channel, Discovery Channel y cualquier otro canal que hubiera nacido con el noble fin de transmitir ciencia. Por ejemplo, Animal Planet antropomorfiza a los animales, lo que se traduce en explicaciones distorsionadas y poco fieles a la realidad.

Como su nombre lo indica, los medios de comunicación masivos, son masivos y responden a lo que la audiencia quiere. En cambio, la realidad no cambia por impopular que sea y mientras no haya una alfabetización científica masiva medianamente aceptable, la discrepancia entre la realidad y lo que se reporta será abismal, y en esa medida, siempre tendrán más pedido los programas de Nostradamus, los ovnis y la criptozoología.

El segundo problema también deriva del hecho de ser productos para consumo masivo. Estos productos necesitan ser llamativos. Por este motivo, el arco argumental debe seguir una línea que llame la atención de la audiencia y los haga seguir sintonizados. Esto implica dejar por fuera hechos que pueden resultar tanto importantes como triviales pero en últimas se traduce en que necesariamente se le está ocultando información al público.

Como reto, los invito a que traten de ver el largometraje de 1922 Nanook of the North sin ser tentados por el sueño. (Valga aclarar, que Nanook aún siendo un esfuerzo 'documental' importantísimo, ha sido criticado por contener secuencias que en realidad fueron puestas en escena - ¡sí, desde entonces con esas!) Si consiguen ver la cinta de corrido, sin que asome la desesperación o el aburrimiento, siempre sería interesante saber si consideran que había escenas que sobraban. Cualquier tipo de corte que propusieran ya es en sí misma una distorsión de la realidad que se busca transmitir.

Por todos estos motivos, pretender extraer conocimiento de YouTube o la televisión resulta infructuoso. Asistimos a la defunción del documental como género objetivo e imparcial, y entre más rápido aceptemos que los medios audiovisuales no son los instrumentos adecuados para enseñar ni transmitir conocimiento, más rápido podremos enfocarnos en la difusión del conocimiento por medios mucho más honestos y veraces.

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