Un artículo de una revista de Publicaciones Semana anuncia 12 consejos contra la depresión.
De esos 12, hay dos que llamaron mi atención:
No podría estar más de acuerdo. Cualquier llamado a hacer más el amor consensualmente y tener más sexo (por favor, usando protección) siempre tendrá mi apoyo y beneplácito; aunque me alarma un poco el llamado que hacen a la dependencia emocional de las personas con su pareja.
El siguiente consejo es un disparate del tamaño de una cordillera:
Estoy parcialmente en desacuerdo. Porque es cierto que hay un vínculo entre fe y salud mental. Ese tipo de vínculos se llama relación inversamente proporcional.
Lo de que las personas religiosas tengan un menor riesgo de depresión, suicidio, abuso de drogas o alcoholismo es absurdo. Aceptar a un amigo imaginario por no caer en alguno de esos fenómenos es de los peores consejos que alguien pueda recibir.
Lo de que la fe da paz y esperanza es cierto: por eso es que las religiones amputan emocionalmente a sus miembros. Les hacen depender emocionalmente de una mentira. Los tratan como idiotas (¡y ellos se dejan!), inventándose un cuento de hadas con un final feliz en una especie de Disneylandia celestial, mientras distorsionan la percepción de la realidad llamando a esta maravillosa vida y existencia un valle de lágrimas. ¿Cómo carajos disminuirá eso el riesgo de suicidio? Por el contrario, lo aumenta.
Una mentira de proporciones tan épicas es un costo muy elevado que pagar para tan sólo reducir la depresión, el estrés y la ansiedad.
Yo tengo paz interior y soy ateo. Así soy muy feliz. En cuanto a la esperanza, me parece una bobada casi como una religión pero menos problemática. No necesito de la esperanza sino para hacerme ilusiones que probablemente no tienen ningún asidero en la realidad. No tiene sentido.
Por otra parte, el artículo miente descaradamente toda vez que la diferencia depresiva entre personas religiosas y personas sin ninguna afiliación supersticiosa es muy reducida, como lo comprobó una encuesta de Gallup en el 2010:
Entre los muy religiosos, el 15,6% fue diagnosticado con depresión.
Entre los moderadamente religiosos, el 20,4% fue diagnosticado con depresión.
Entre los no religiosos, sólo el 18,7% fue diagnosticado con depresión.
Y hay algo más: la mayoría de las religiones, como es costumbre, están en contra de que se haga más el amor y se tenga más sexo, salvo en contextos específicos (con el exclusivo fin de reproducir —o sea, adiós al yo con yo, al sexo oral, al sexo anal y al sexo recreativo—, dentro de la institución del matrimonio —adiós al sexo prematrimonial y extramatrimonial—, con una sola pareja durante toda la vida -adiós al impulso natural de esparcir las semillas a más potenciales parejas para asegurar la descendencia— y que esa pareja sea del sexo opuesto -adiós a las relaciones homosexuales—). ¿Cómo puede una tradición tan arbitrariamente enemiga del amor y los impulsos naturales siquiera ofrecer algún tipo de prevención frente a la depresión?
Eso por no mencionar los abusos permitidos y promovidos al interior de los distintos cultos y sectas.
¿Cómo pueden siquiera poner los dos "consejos" en la misma página, por no mencionar que uno sigue al otro?
De esos 12, hay dos que llamaron mi atención:
6. Haz el amor más a menudo
Un buen sexo libera endorfinas, lo cual produce euforia natural e incrementa los niveles de las células de inmunidad que protegen el cuerpo. En las mujeres, la actividad sexual regular también incrementa los niveles de estrógeno, un antidepresivo antinatural. Adicionalmente, un sexo satisfactorio lleva a una mejor comunicación con la pareja y fortalece la relación, dos elementos importantes en contra de la depresión.
No podría estar más de acuerdo. Cualquier llamado a hacer más el amor consensualmente y tener más sexo (por favor, usando protección) siempre tendrá mi apoyo y beneplácito; aunque me alarma un poco el llamado que hacen a la dependencia emocional de las personas con su pareja.
El siguiente consejo es un disparate del tamaño de una cordillera:
7. Nutre tu alma
Existe un vínculo científicamente comprobado entre la fe y la salud mental. Las personas que son religiosas, o vienen de una familia religiosa, tienen un menor riesgo de depresión, suicidio, abuso de drogas, o alcoholismo. Tener fe en algo te da paz y esperanza, dos sentimientos que reducen la depresión, el estrés y la ansiedad.
Estoy parcialmente en desacuerdo. Porque es cierto que hay un vínculo entre fe y salud mental. Ese tipo de vínculos se llama relación inversamente proporcional.
Lo de que las personas religiosas tengan un menor riesgo de depresión, suicidio, abuso de drogas o alcoholismo es absurdo. Aceptar a un amigo imaginario por no caer en alguno de esos fenómenos es de los peores consejos que alguien pueda recibir.
Lo de que la fe da paz y esperanza es cierto: por eso es que las religiones amputan emocionalmente a sus miembros. Les hacen depender emocionalmente de una mentira. Los tratan como idiotas (¡y ellos se dejan!), inventándose un cuento de hadas con un final feliz en una especie de Disneylandia celestial, mientras distorsionan la percepción de la realidad llamando a esta maravillosa vida y existencia un valle de lágrimas. ¿Cómo carajos disminuirá eso el riesgo de suicidio? Por el contrario, lo aumenta.
Una mentira de proporciones tan épicas es un costo muy elevado que pagar para tan sólo reducir la depresión, el estrés y la ansiedad.
Yo tengo paz interior y soy ateo. Así soy muy feliz. En cuanto a la esperanza, me parece una bobada casi como una religión pero menos problemática. No necesito de la esperanza sino para hacerme ilusiones que probablemente no tienen ningún asidero en la realidad. No tiene sentido.
Por otra parte, el artículo miente descaradamente toda vez que la diferencia depresiva entre personas religiosas y personas sin ninguna afiliación supersticiosa es muy reducida, como lo comprobó una encuesta de Gallup en el 2010:
Entre los muy religiosos, el 15,6% fue diagnosticado con depresión.
Entre los moderadamente religiosos, el 20,4% fue diagnosticado con depresión.
Entre los no religiosos, sólo el 18,7% fue diagnosticado con depresión.
Y hay algo más: la mayoría de las religiones, como es costumbre, están en contra de que se haga más el amor y se tenga más sexo, salvo en contextos específicos (con el exclusivo fin de reproducir —o sea, adiós al yo con yo, al sexo oral, al sexo anal y al sexo recreativo—, dentro de la institución del matrimonio —adiós al sexo prematrimonial y extramatrimonial—, con una sola pareja durante toda la vida -adiós al impulso natural de esparcir las semillas a más potenciales parejas para asegurar la descendencia— y que esa pareja sea del sexo opuesto -adiós a las relaciones homosexuales—). ¿Cómo puede una tradición tan arbitrariamente enemiga del amor y los impulsos naturales siquiera ofrecer algún tipo de prevención frente a la depresión?
Eso por no mencionar los abusos permitidos y promovidos al interior de los distintos cultos y sectas.
¿Cómo pueden siquiera poner los dos "consejos" en la misma página, por no mencionar que uno sigue al otro?