Tras su
célebre discurso en los recientes
Golden Globe 2018, algunos comentaristas sugirieron a la presentadora americana
Oprah Winfrey como candidata a la presidencia de EEUU para el 2020... y parece que a ella le suena la idea.
La sugerencia resulta un tanto traumática porque si algo deberíamos haber aprendido con
Donald Trump es que elegir a alguien sólo por ser famoso (o por haber dicho unas palabras carismáticas y elocuentes por 10 minutos consecutivos) es una pésima idea, bastante próxima al populismo.
Y para cualquier persona que valore la ciencia, la
candidatura de Winfrey también resulta problemáticamente distópica, pues la empresaria y presentadora es una
magufa con ganas: durante los más de 30 años de su
show, Oprah catapultó —o ayudó a catapultar— a la fama a personajes siniestros como el charlatán
Mehmet Oz, la antivacunas
Jenny McCarthy, el estafador
Deepak Chopra, y la dichosa
Rhonda Byrne —promotora de la paparrucha de autor-ayuda
El Secreto, un refrito del sesgo del mundo justo
aderezado con pseudociencia a cascoporro—. Vamos, que Winfrey ha ayudado activa y alegremente a que muchas personas (posiblemente de poblaciones vulnerables) dejen de lado la verdadera medicina.
Pero hay otro giro de tuerca: en 2013, Winfrey
entrevistó a la nadadora atlética
Diana Nyad, quien no cree en amigos imaginarios — y al no poder digerir este concepto, Winfrey le terminó diciendo a su invitada cuáles eran sus verdaderas creencias: