Ayer fue la Jornada Latinoamericana de Apostasía, para renunciar a la Iglesia Católica. Desde la Asociación de Ateos y Agnósticos de Bogotá, recogimos los documentos de los bogotanos que quieren renunciar a hacer parte de la Iglesia y se llevaron a la Arquidiócesis de Bogotá.
En la Arquidiócesis no recibieron los documentos porque, según dicen, deben llevarse de manera personal, o mediante apoderado. Eso son mentiras.
En el Actus formalis defectionis ab ecclesia catholica, que es la guía vaticana para renunciar a la Iglesia, no dice nada de esto:
Se requiere, además, que el acto sea manifestado por el interesado en forma escrita, delante de la autoridad competente de la Iglesia católica: Ordinario o párroco propio, que es el único a quien compete juzgar sobre la existencia o no en el acto de voluntad del contenido expresado en el n. 2.
No dice nada de la presentación en persona o por medio de apoderado. La interpretación de una ley ambigua debe ser la más favorable, que para el caso es la no presentación personal.
Y si la deshonestidad de los curas bogotanos les asombra, en Pereira lo tuvieron aún peor: la curia decidió cobrar $13.000 pesos colombianos (aproximadamente, $6,5 dólares estadounidenses) por cada documento, a pesar de que en el ya mencionado acto formal de defección de la Iglesia Católica no menciona ningún tipo de costo del proceso.
Esta violación de nuestra libertad de culto y de conciencia se suma a las razones para renunciar a la Iglesia Católica.
No quiero que mi nombre siga siendo manchado por la asociación a una mafia criminal que obstaculiza de esta penosa manera la autorrealización de ciudadanos libres, secuestrando nuestros nombres para engrosar sus estadísticas, cada vez que quieren violar el estado laico y envenenar nuestras leyes imponiendo su superstición.
Al parecer, la Sociedad Atea Venezolana y la Sociedad Atea Chile corrieron con mejor suerte.
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