En septiembre de 2015 se publicó un estudio de Corey Cook, Florette Cohen y Sheldon Solomon que demostró que el sentimiento de odio y desconfianza hacia los ateos —la ateofobia, pues— nace de la angustia existencial que les produce la idea de que tengamos razón, y su amigo imaginario y la vida después de la vida de hecho sean inventos.
Rosa Rubicondior ofrece una buena explicación del artículo: