Tras la victoria de la adopción homoparental, el único rezago de homofobia en el ordenamiento jurídico colombiano está en la prohibición del matrimonio gay (recordemos que no es realmente igualitario).
Ahora en Semana cuentan la historia de Carlos García Granados, un juez en Colombia que ha realizado 30 matrimonios gay en San Estanislao (Bolívar), un recóndito pueblo a donde sí se animan a ir las parejas de novios gays, pero no la Santa Inquisición — supongo que después de todo, el amor sí es más fuerte que el odio: