Recuerdo que las primeras palabras en contra de
Halloween las oí en el colegio, con la profesora de religión, que estaba loca de remate (ya sé que para creer en amigos imaginarios esa es una condición
sine qua non, sin embargo su caso era algo de manicomio: a mis tiernos nueve años de edad, nos andaba diciendo que la vida de las personas a las que se les aparecía la Virgen era una sufrida vida llena de sacrificios, penitencias y desgracias y que debíamos aspirar a eso (!!) Amparito, en donde quiera que estés, espero que sea un sanatorio, lejos de niños cuyas vidas puedas arruinar para siempre).
Luego, cuando ya rozaba los 16 años, me llegó una cadena de correo, esta vez enviada por mi primita de 10 años, que se iba lanza en ristre contra los druidas (?) y acusaba al
Halloween de ser herético. Nunca pensé que todavía hubiera lunáticos -adultos que salen a la calle sin supervisión- que difundieran esas bobadas. Pero Kimberly Daniels es la prueba viviente de que
me equivoqué: