Una de las ideas aparentemente más atractivas (derivadas) del posmodernismo es la que dice que las palabras pueden ser violencia — así es como muchas personas justifican darle puñetazos a neonazis y la censura del "discurso del odio".
Primero, saquemos los tecnicismos del camino: sí, hay algunas contadas expresiones que son violencia porque configuran un delito (la orden de cometer un delito, las amenazas, la injuria y la calumnia); ese es uno de los límites de la libertad de expresión y se combate con la ley en la mano, no respondiendo con violencia.