sábado, 11 de octubre de 2025

MAGA y su cultura de la cancelación



Con el asesinato de Charlie Kirk, la extrema derecha estadounidense, encarnada en MAGA, el culto a la personalidad de Donald Trump, ha convertido la tragedia en una oportunidad para presentarse como víctima y, al mismo tiempo, tratar de provocar una guerra civil. Incluso con esa apretada agenda, han encontrado tiempo para censurar y cancelar a críticos. La Fiscal General Pam Bondi, por ejemplo, invocó el ya manido “discurso del odio” como excusa para amenazar a quienes cuestionan a la administración Trump. La cadena televisiva ABC retiró temporalmente el programa nocturno de Jimmy Kimmel porque el presentador no mostró la suficiente deferencia hacia Kirk; el programa fue reinstaurado solamente después de que Disney, la empresa matriz, sufrió una hemorragia de suscriptores. El programa de Stephen Colbert, por su parte, ya había sido cancelado meses antes por críticas al gobierno.

Como hemos aprendido amargamente en los últimos quince años, las principales víctimas de la cultura de la cancelación son los trabajadores. Y, dicho y hecho, en redes sociales la extrema derecha se lanzó a la cacería de cualquier persona normal que se burle o haga comentarios de mal gusto sobre Kirk o su asesinato. Ejemplos verificados incluyen:

• Aerolíneas como American Airlines y Delta suspendieron o sometieron a investigación interna a miembros de su personal por celebrar la muerte de Kirk en redes sociales.

• El Departamento de Defensa de EEUU abrió una investigación que abarca a casi 300 personas —militares y civiles— por publicaciones alusivas a la muerte de Kirk, resultando ya en despidos, sanciones y amonestaciones oficiales.

• NPR compiló una lista de al menos 33 personas que perdieron su trabajo o a quienes se les abrió una investigación. Al menos 21 profesores de todo el país fueron despedidos, puestos en licencia administrativa o investigados por sus empleadores. Bomberos, militares, un periodista deportivo, un empleado de los Carolina Panthers y un funcionario del ayuntamiento de Indiana se han enfrentado a un trato similar.

• El analista de MSNBC Matthew Dowd fue despedido por decir al aire que Kirk "promovía constantemente este tipo de discurso de odio dirigido a ciertos grupos. Y siempre vuelvo a la idea de que los pensamientos de odio conducen a palabras de odio, que a su vez conducen a acciones de odio".

• Nasdaq despidió a una mujer que trabajaba como estratega de sostenibilidad de nivel junior por cosas que dijo en redes sociales.

• El Instituto Broad despidió a un empleado que supuestamente publicó un comentario "profundamente ofensivo" en su cuenta personal de redes sociales sobre el asesinato de Kirk

• El bufete de abogados Perkins Coie despidió a un litigante que publicó un mensaje en redes sociales criticando a Kirk después de su muerte.

• Office Depot despidió a un empleado en una de sus sucursales de Michigan después de que un video viral mostrara al personal negándose a imprimir carteles para una vigilia en Kirk.

• La Fundación Joe Burrow despidió a un miembro de la Junta de Asesores que hizo comentarios inapropiados a la luz de los acontecimientos recientes.

• Los Carolina Panthers despidieron a su empleado Charlie Rock por sus posts en redes sociales después del asesinato de Kirk.

• El Distrito Escolar de West Ada despidió a la entrenadora de porristas de la escuela secundaria Meridian, Annika Rutz, después de que supuestamente publicó un video celebrando la muerte de Kirk.

• El New York Times reportó que más de 145 personas fueron despedidas por sus comentarios después de la muerte de Kirk.

• También se creó un portal para supuestamente "denunciar a los asesinos de Kirk"; una lista negra pública en la que cualquier persona podía acusar a alguien más y dar sus datos personales, lo que resultó en que varias de las personas anotadas recibieran amenazas de muerte y fueran acosadas en sus casas y lugares de trabajo. Muchos ni siquiera habían comentado sobre Kirk, sino que le caían mal al denunciante.

No es que esto venga como una sorpresa propiamente. El gobierno de Donald Trump está haciendo exactamente lo que el buen señor prometió durante campaña (lo que ha prometido durante sus tres campañas, de hecho), de usar la rama ejecutiva para cobrarse cuentas pendientes y llevar a cabo vendettas contra cualquiera que sus titiriteros considere una amenaza para su aberrante proyecto político. Los autoritarios van a ser autoritarios, pues. Y nada es más natural que el contubernio censura y la extrema derecha.

Aunque no pretendo insertar un "se los dije", tampoco puedo evitar recordar que muchas veces le advertimos a los posmodernos que su intolerancia era un arma de doble filo, que pretender que cancelar gente estaba bien sólo porque algunos podían permitírselo era una fantasía vigilantista falaz, y que al normalizar las cancelaciones le estaban pavimentando el camino a la extrema derecha que tanto decían odiar, y a la que tanto se parecen.

Mientras los otrora censores se devanan los sesos para recuperar el lenguaje con el cuál defender la libertad de expresión que hace apenas unos años acusaban de ser un concepto exclusivamente defendido por nazis (¿!), la hipocresía del otro lado de la moneda es igualmente nauseabunda, con un montón de personas que en ese momento dijeron ser "absolutistas de la libertad de expresión", y hoy justifican el censurar a completos desconocidos en internet, cuando no simplemente hacen la vista gorda en el momento en que sus aliados ideológicos emprenden estas purgas.

(También hay defensores de la libertad de expresión auténticos, que se han mantenido fieles al principio, tanto en su momento como ahora, y su entereza resulta refrescante. Lamentablemente, son minoría.)

En todo caso, así como en su momento los woke fueron responsables de sus propias hogueras, Trump y sus secuaces son los responsables de las actuales. Y tampoco debemos ser tan ingenuos como para pensar que la fachósfera habría contenido sus ganas de destrozarle la vida a cualquiera que diga algo que no les guste si el fenómeno woke no hubiera ocurrido jamás.

La diferencia entre las cancelaciones de antes y las de este momento estriba, no obstante, en que hoy en día las apuestas son mucho más altas, y el ocupante de la Casa Blanca está dispuesto a utilizar todos los poderes a su disposición para silenciar a sus críticos — eso hace que la situación presente sea varios órdenes de magnitud peor que en el momento más delicado de la onda posmoderna.

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Publicado en De Avanzada por David Osorio | ¿Te ha gustado este post? Síguenos o apóyanos en Substack para no perderte las próximas publicaciones

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