Uno de mis placeres culpables es ver series de televisión. Entre mis últimas favoritas está
Narcos, de
Netflix, porque está muy bien realizada — aunque tiene algunas licencias creativas, muestra un reflejo bastante fiel de la cultura colombiana, y su idiosincracia, con sus modismos y groserías a la hora de hablar, la arquitectura de sus ciudades, sus tiendas de barrio, la cultura traqueta, la intolerancia y la doble moral. (También tiene cosas ajenas a la cultura colombiana, como la forma en que
Wagner Moura pronuncia "
malparido".)
Como el país es
completamente propenso a la censura, tenemos un gran surtido de chovinistas que atacan la serie por las más variopintas de las razones: que los gringos se están lucrando con el dolor colombiano (como si existiera algún tipo de derecho patrimonial sobre el dolor colectivo o la historia nacional, o como si esto sólo le fuera permitido a otros colombianos, o como si la historia no fuera adaptada del testimonio de uno de sus protagonistas reales —
Steve Murphy), que pinta una mala imagen de Colombia (como si lo importante no fuera cambiar la realidad en vez de cómo nos ven afuera; o como si la imagen de Colombia en el extranjero fuera impoluta), que es apología del delito (!) o que es "ofensivo" para los colombianos (porque en Colombia la verdad duele).
En cualquier caso, la serie fue tan exitosa que, para la temporada navideña,
Netflix decidió patrocinarla en la plaza Puerta del Sol de Madrid (España) con una valla en la que aparece Moura como
Pablo Escobar y el texto "
Oh, blanca Navidad". Esto fue suficiente para que la ministra de Relaciones Exteriores de Colombia,
María Ángela Holguín, decidiera que esto nos ofende a todos los colombianos (?) y ahora la
señora exige que se retire la valla: