Hoy es uno de los días en que me da asco ser colombiano. No, la vergüenza fue un lugar superado hace mucho tiempo. Asco, es que me siento sucio, vil, inhumano y, principalmente, desgraciado por el país en que me tocó vivir con sus instituciones políticas arrodilladas ante las diferentes mafias.
No sólo el ejecutivo y el legislativo -y todas sus dependencias desde la de la vereda más endemoniadamente perdida hasta la más alta jerarquía- han sido permeadas por dineros provenientes de oscuros intereses en contra de la población. También el aparato de justicia está de rodillas y no sólo ante algunos de los grupos terroristas -curiosamente la parapolítica se mueve, pero la farcopolítica está quieta- sino también ante el aparato criminal más exitoso en toda la historia de la humanidad - la Iglesia Católica, con su Torquemada colombiano, Alejandro Ordóñez, haciendo y deshaciendo a su antojo:
No sólo el ejecutivo y el legislativo -y todas sus dependencias desde la de la vereda más endemoniadamente perdida hasta la más alta jerarquía- han sido permeadas por dineros provenientes de oscuros intereses en contra de la población. También el aparato de justicia está de rodillas y no sólo ante algunos de los grupos terroristas -curiosamente la parapolítica se mueve, pero la farcopolítica está quieta- sino también ante el aparato criminal más exitoso en toda la historia de la humanidad - la Iglesia Católica, con su Torquemada colombiano, Alejandro Ordóñez, haciendo y deshaciendo a su antojo: