La religión lo envenena todo, y las políticas públicas simplemente son su presa favorita.
En cualquier momento tenemos idiotas en los puestos de representación, promoviendo toda la discriminación y el odio que una religión puede sembrar en esas podridas mentes, echadas a perder por la superstición. Es lo que le pasó a Esther Molinares y Máximo Acuña, concejales de Barranquilla, que pretenden perpetuar la discriminación en el Plan de Desarrollo, tal como lo ordenan sus amos mentales:
En cualquier momento tenemos idiotas en los puestos de representación, promoviendo toda la discriminación y el odio que una religión puede sembrar en esas podridas mentes, echadas a perder por la superstición. Es lo que le pasó a Esther Molinares y Máximo Acuña, concejales de Barranquilla, que pretenden perpetuar la discriminación en el Plan de Desarrollo, tal como lo ordenan sus amos mentales: