La segunda mitad del siglo XIX en Latinoamérica estuvo marcada por corrientes civilizadoras; en Colombia se conoce como liberalismo radical, que ha sido frustrado sistemáticamente desde 1886 por los reaccionarios.
El Salvador fue un país que corrió con mejor suerte — en el libro La escuela sin Dios, Julián González hace un recuento con lujo de detalles de cómo El Salvador no permitió que sus escuelas fueran infectadas con los delirios católicos. El observatorio del laicismo recopila una reseña del libro: