Si alguien creyó que el caso de Raif Badawi haría que Arabia Saudita fuera un poco más consciente de que el mundo civilizado rechaza los delitos de opinión, se equivocaron.
La semana pasada, Arabia Saudita condenó a un hombre a 10 años de cárcel y 2.000 azotes por decir que no cree en ningún dios: