El febrero que acaba de terminar marcó los 30 años de la fatwa contra Salman Rushdie. Para recapitular: en 1988, se publicó el libro de ficción Los versos satánicos, una novela de realismo mágico inspirada por una interpretación apócrifa de un momento de la vida del profesta islámico Mahoma. En febrero de 1989 el ayatolá iraní Ruhollah Khomeini profirió la fatwa contra el autor para apaciguar a las masas, que estaban furiosas por la firma del tratado de paz que su régimen había firmado con Saddam Hussein. Khomeini llegó a describir el haber tenido que firmar el tratado con Irak como si lo hubieran obligado a tragarse una pastilla de veneno, después de haberle prometido a su pueblo que no firmaría nada porque dios estaba del lado de Irán.
Viéndose en la imperiosa necesidad de un tema que restaurara su imagen de purista religioso y apaciguara a las masas, Khomeini recurrió a ofrecer dinero públicamente por la cabeza de un ciudadano extranjero que había ejercido legítimamente su libertad de expresión para así sedar la indignación pública por la firma del tratado. La cortina de humo perfecta. Una fatwa es un edicto religioso que exige su cumplimiento a cualquier musulmán: en este caso, matar a Rushdie y a cualquier persona que hubiera estado implicada en la publicación de su libro; quien lo llevara a cabo o muriera en el intento, recibiría un acceso automático al cielo.