Durante años, en antropología primó la idea de que en las sociedades de cazadores-recolectores, la caza era llevada cabo en su mayoría por hombres, mientras que la labor de recolección era llevada a cabo en su mayoría por mujeres. Nada de malo en ello si así hubiera sido, pues ambas labores eran igual de importantes para esas sociedades. Y tampoco es una premisa implausible, en vista de que entre nuestros parientes los chimpancés se encuentra una división del trabajo similar, en la que los machos cazan en una mucho mayor proporción que las hembras. (Por favor, leamos bien: esto no significa que las hembras no cacen nunca, ni que los machos no hagan recolección nunca, sino que de media, hay una mayor proporción de uno y otro sexo en las respectivas actividades.)
En 2023 se publicó un paper (Anderson et al, 2023) que identificó 63 sociedades tradicionales y, tras un análisis estadístico, encontró que en el 79% de las sociedades analizadas, la caza era una actividad llevada a cabo en partes iguales por hombres y mujeres; en el 33% de los casos, las mujeres incluso cazaban presas de gran tamaño. En su estocada a la idea del hombre cazador, Anderson y sus coautoras se aseguraron de incluir una advertencia sobre el sesgo del investigador y cómo este puede moldear la interpretación de los datos.
Los titulares no se hicieron esperar — se había derribado el mito de la división del trabajo, que no era más que un sesgo de sexo, y un ejemplo de cómo la ciencia también podía sucumbir a los estereotipos sexistas (?). Publicaciones dedicadas exclusivamente a la ciencia como New Scientist, Scientific American y Science unieron su voz al coro que celebraba la presunta destrucción de un alegado mito que perpetuaba un supuesto machismo. De nuevo: yo no entiendo que se considere que una actividad es más chupiguay que la otra; no hay ninguna razón por la que cazar sea intrínsecamente mejor, o más valioso que recolectar, pero pues no parece que muchos se hayan dado a la tarea de cuestionar esa suposición — y parece más popular glorificar la caza que cuestionar su nivel de importancia. En fin.
A finales de febrero de 2024 se publicó la preimpresión de un nuevo paper (Venkatamaran et al, 2024) en el que 15 antropólogos expertos en sociedades de cazadores-recolectores examinaron el artículo de 2023 y encontraron errores fundamentales que le restan cualquier credibilidad.
Los expertos hacen varias críticas al paper de Anderson y sus colegas: