jueves, 16 de noviembre de 2017

Australia vota por legalizar matrimonio gay



Esta semana, la Oficina Australiana de Estadísticas reveló que el 61% de los australianos votaron para permitir el matrimonio gay en el país; mientras que el 38% votó en contra.

Aunque era una encuesta no vinculante, los resultados fueron tan sobrecogedoramente positivos que el Gobierno no puede ignorar el resultado, así que el Partido Laborista presentó esa misma tarde un proyecto para enmendar la ley de matrimonio, y definir esa institución como la "unión de dos personas", en vez de la "unión de un hombre y una mujer".

Este logro es grandioso y vale la pena celebrar la cordura de la mayoría de australianos; aunque también hay aspectos de todo el proceso que merecen atención.

Por ejemplo, sigue siendo inaudito que los derechos de un segmento de la población (LGBTI) sean decididos mediante sufragio —vale, que era una encuesta no vinculante... pero ese tecnicismo no cambia el punto—: ¿qué más da si la mayoría de la población está a favor o en contra de lo que los demás hacen en su intimidad? Toda la idea de los derechos humanos es que, por definición, son contramayoritarios — lo que cada quién haga en privado y sin afectar bienes jurídicos de terceros, no está sujeto a votación. Porque los LGBTI australianos son afortunados de vivir en un país civilizado, pero sus congéneres de Irán o Arabia Saudita no corren con la misma fortuna.

Otro aspecto llamativo es el hecho de que Australia se haya esperado a que estemos bien entrados en el año 2017 NE para legalizar el matrimonio gay — ¡Colombia y México lo tuvieron primero!

Por último, el resultado de la votación fue aclamado como una victoria del "matrimonio igualitario", a pesar de que no son lo mismo — no nos engañemos, aunque es un paso en la dirección correcta, el matrimonio gay sigue teniendo los mismos problemas que el tradicional y es que, por su propia naturaleza, no es igualitario: ¿qué hay de quienes que se quieren casar con más de dos personas a la vez? No pueden hacerlo. Quienes contraen nupcias adquieren una serie de privilegios que el Estado le niega a los ciudadanos que contraen otros tipos de contratos, o quienes tienen otros estilos de vida e, incluso, le niega esos privilegios a otros tipos de amor, como el fraterno (aún cuando podemos convenir en que hay otras razones legítimas para casarse, además del amor).

En todo caso, kudos para Australia, y ojalá algún día la conquista social que esta semana se dio allí se encuentre disponible para todas las personas en cualquier parte del mundo.

(imagen: Wikipedia)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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