Antes de su prematura muerte, el gran
Christopher Hitchens publicó un artículo sobre
por qué las mujeres no son chistosas — aunque la indignación fue masiva (y dio lugar a un artículo de seguimiento en el que Hitchens se defiende de los ataques y
dobla la apuesta), pocos se tomaron la molestia de ir más allá del título y ver que el argumento de Hitch era que hay una
explicación plausible de por qué, en promedio, los hombres son más divertidos en su producción humorística que las mujeres: a saber, porque los hombres usamos la producción humorística para impresionar a las mujeres, mientras que este aspecto no hace parte del repertorio de cortejo de ellas. O, puesto de otra forma, mientras ser divertido es un rasgo que definitivamente puede acercar a un hombre a un encuentro sexual, los hombres en general no nos fijamos en qué tan chistosa es la producción humorística de una mujer a la hora de considerarla como una pareja sexual en potencia.
Los investigadores
Gil Greengross,
Paul Silvia y
Emily Nusbaum acaban de publicar el
primer metaanálisis cuantitativo sistemático sobre las diferencias de sexo en la capacidad de producción humorística en el
Journal of Research in Personality, y parece que Hitchens no estaba demasiado equivocado.
Greengross
explica en su blog en qué consistió el estudio y los resultados que obtuvieron: