jueves, 17 de noviembre de 2016

La brecha salarial en Colombia



En EEUU, un cliché que se repite en todos los debates políticos es el de la brecha salarial: que las mujeres ganan 79 centavos por cada dólar que ganan los hombres. Aunque técnicamente es cierto, el dato es manipulado para ganar votos en nombre de una agenda pretendidamente igualitaria.

El problema con la cifra es que compara la totalidad de lo que ganan todos los hombres con la totalidad de lo que ganan todas las mujeres, sin controlar variables como estilos de vida, las grandes diferencias en preferencias ocupacionales entre hombres y mujeres, flexibilidad horaria, la industria y la experiencia. Cuando se controlan estas variables, resulta que una mujer igual de preparada y con la misma experiencia que un hombre suele ganar lo mismo en el mismo cargo; en ocasiones se mantiene una brecha de ocho centavos y en otras ellas ganan hasta un 7,9% más que los hombres en cargos similares.

En Colombia, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) publicó Brechas Salariales por Sexo: comportamiento para Asalariados e Independientes donde se señala que las mujeres ganan 20,8% menos que los hombres.

Interesado en saber qué señala esa cifra exactamente —y participar de la conversación con algún conocimiento de causa—, entré en el documento del Dane, donde se encuentra el dato en contexto:

En torno a los indicadores de los Objetivos del Milenio se observa que la brecha de ingresos laborales medida sólo como diferencia de medias entre hombres y mujeres, fue de 20,8% para Colombia en el año 2014. Sin embargo, cuando se analiza la brecha de salario por hora es de 5,8% a nivel Nacional; ya que en promedio una mujer trabaja 39,8 horas semanales, mientras que el hombre trabaja 48,4 horas semanales.

[...]

En la gráfica 5, se pueden ver las diferencias en cuanto al ingreso laboral total y por hora percibida por hombres y mujeres, es de notar que para el grupo de asalariados las mujeres y los hombres ganan prácticamente lo mismo. El salario por hora del hombre es $27.144 pesos de 2014 frente a la mujer que gana $26.412 pesos; a nivel total la diferencia es más notoria, el salario del hombre es de $1.298.614 pesos y, el de la mujer es de $1.129.519 pesos. Se pueden ver diferencias más notorias en el grupo de patronos y cuenta propia, ya que ésta es de $250.441 pesos en el salario total y, de $554 pesos en el salario por hora; en el salario total el hombre dobla prácticamente al salario percibido por las mujeres.

El documento del Dane tiene una utilidad limitada, pues aunque su objetivo era conocer las causas de la brecha salarial, básicamente concluye que pueden ser todos los factores... lo que casi nos devuelve al punto de partida.

La buena noticia parece ser que una parte importante de la brecha no obedece a un sesgo que impida a las mujeres ganar igual que los hombres por el mismo trabajo. La mala noticia es que el sesgo está incrustado en las estructuras políticas, económicas, sociales y culturales del país, obstaculizando que las mujeres lleguen a estar en la posición de poder competir por un mismo puesto con los hombres en igualdad de condiciones, causando lacerantes heridas en la igualdad salarial.

En otra oportunidad he señalado que premiar estilos de vida con políticas como la licencia de maternidad es discriminatorio (no todas las mujeres quieren ser madres) y cae en un paternalismo condescendiente no muy diferente del sexismo de toda la vida. Como apunte curioso, una de las conclusiones del Dane es que, además, la licencia de maternidad crea un incentivo para contratar hombres, pues a ellos no hay que darles tres meses de licencia remunerada cuando están esperando hijos.

No sé exactamente cuál sería la receta para conjurar la brecha en Colombia; me inclino por soluciones que incluyan mejorar el acceso de las mujeres a la educación y a oportunidades, campañas de educación sexual (para ambos sexos), fácil acceso a métodos anticonceptivos, promoción de objetivos de vida más allá de los de formar una familia, reformas de fondo al mercado laboral; y políticas que garanticen la objetividad en la elección de aplicantes, como usar hojas de vida numeradas sin foto ni nombre. De igual forma, creo que políticas de discriminación 'positiva' serían contraproducentes.

(vía La Silla Vacía)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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