En 2006 la FAO publicó un informe que responsabilizaba a la ganadería por el 18% de la emisión de gases efecto invernadero, que, desde entonces, se convirtió en un caballito de batalla del fundamentalismo vegano.
Sin embargo, personas más interesadas en la verdad que en la ideología han cuestionado la cifra — por ejemplo Simon Fairlie, un agricultor exvegetariano, que pone de manifiesto los errores en su libro Meat: A Benign Extravagance. De hecho, en su reseña del libro, George Monbiot admite que la evidencia es lo suficientemente convincente para dejar de condenar todo el consumo de carne: