El lamentable estado al que los medios han rebajado el periodismo en el país ha dado lugar al "periodismo de experto", en donde el periodista básicamente elude su responsabilidad de informarse objetivamente y con evidencias de los temas que cubre, pues para eso entrevista 'expertos' y lo que estos digan se vuelve palabra divina e incuestionable.
Una práctica que debería limitarse al periodismo cultural se ha extendido e infectado a la totalidad del oficio. Así, se ha elevado al mismo nivel a los homeópatas y a los médicos de verdad, a los idiotas útiles de Greenpeace con los biólogos y ecólogos, y a los antivacunas con científicos serios — y esta actitud termina permeando las instituciones.
Uno de los ejemplos más vergonzosos y recientes es el de la Academia Nacional de Medicina, que se pasó al lado antivacunas y satanizó la vacuna contra el VPH basados en correlaciones espurias.
Siguiendo la tradición del "periodismo de experto", Semana publica la respuesta a la ANM que hizo la reputada Nubia Muñoz —nada más y nada menos quien descubrió la relación causal entre VPH y el cáncer de cuello uterino—:
“No estoy de acuerdo con la recomendación de la Academia de excluir del programa de vacunación contra el VPH a población con antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes o con presencia de alguna de ellas porque, como lo dice el mismo comunicado, actualmente no existe evidencia clara y sólida de una relación causal entre la vacuna contra el VPH y el desencadenamiento o agravación de estas enfermedades”, inicia la comunicación.
La experta asegura que, así como existen publicaciones que cuestionan la vacuna, también hay un gran número de estudios epidemiológicos, basados en varios millones de mujeres, “que no han encontrado una asociación causal entre la vacuna y varias enfermedades autoinmunes”.
Y expresa que la petición de la Academia “no está basada en ningún estudio epidemiológico serio”. Por el contrario, dice, la vacuna contra el VPH ha sido avalada por entes regulatorios nacionales, organismos internacionales (Organización Mundial de la Salud –OMS- y la Agencia Europea de Medicamentos –EMA-) y sociedades científicas (FIGO, ACOG, SOG, SCC).
Como si eso fuera poco, Muñoz argumenta que el Comité Consultor Mundial sobre Seguridad de las Vacunas (GACVS) de la OMS ha avalado “la seguridad” del medicamento contra el VPH en el 2007, 2009, 2013, 2014 y en el 2015.
“En su informe de diciembre del 2015 además anotan que las decisiones políticas basadas en evidencia débil, que llevan a abandonar vacunas eficaces y seguras pueden causar un daño real. (…) Es difícil de entender como colegas aún dudan de la eficacia de la vacuna contra el papiloma al no aceptar la prevención de lesiones precancerosas de alto grado”, dice la misiva. Y agrega que esa “alta eficacia” se ha confirmado en la vida real.
Por último manifiesta que, para ella, “es muy triste que después de haber liderado la investigación epidemiológica internacional que demostró la asociación causal entre el VPH y el cáncer cervical, durante las tres décadas de mi trabajo en el IARC, ahora colegas Colombianos quieran destruir el excelente programa de prevención del cáncer cervical que el gobierno de mi país inició hace cuatro años”.
Básicamente lo que yo dije: no hay evidencia de una relación causal entre la vacuna y el aumento de enfermedades autoinmunes y autoinflamatorias.
Y lo que se puede afirmar sin evidencia se puede descartar sin evidencia.
Ya que tocamos el tema, aprovecho para refutar las críticas que me han formulado. De alguna manera, a algún genio se le ocurrió que cuando critico a los que piden que la política pública se someta a un capricho ideológico de una parranda de luditas y traficantes de miedo, eso significa que no me preocupan las niñas que han sufrido las afectaciones que le atribuyen a la vacuna.
¡Nada más lejos de la realidad! Que se deje de satanizar la vacuna es el primer paso para investigar qué ocurrió realmente con estas niñas y, una vez determinado, proceder a un tratamiento que las libre de estos terribles síntomas. Atacar la vacuna es muy lucrativo para impresentables de todo tipo (religionistas que prefieren que a las niñas les dé cáncer antes de que ejerzan sus derechos sexuales, políticos inescrupulosos y abogados buitres) que aprovecharán para beneficiarse con el sufrimiento ajeno; atacarlos a ellos, sus motivos y sus patéticas excusas es ponerse del lado de la niñas.
Ellas no tienen la culpa de que el sistema educativo le haya fallado miserablemente a sus padres, quienes en la desesperación se aferrarán a cualquier explicación que los saque de la incertidumbre, por más incongruente y falsa que sea esa explicación — eso es comprensible. Pero lo que no es comprensible ni justificable es que los carroñeros del sufrimiento ajeno se aprovechen de la situación y que infecten con su peste instituciones públicas que deben velar por el bienestar de los ciudadanos.
Para cerrar el tema por hoy, aprovecho para reiterar mi admiración por Nubia Muñoz —que el año pasado recibió el Doctorado en Ciencia Honoris Causa por parte de la Universidad de McGill, en Montreal (Canadá)—, quien no se ha dejado llevar por modas absurdas que ponen en peligro la salud y la vida de niñas, sino que se ha ceñido a la evidencia. Ojalá los medios y los periodistas siguieran su ejemplo.
(imagen: McGill University)
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Publicado en De Avanzada por David Osorio
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