A principios de diciembre, en un arrebato de lucidez, la Corte Constitucional decidió lo que debería ser obvio para cualquiera con dos dedos de frente: que una entidad pública como el Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) no puede tener a la Iglesia Católica en su junta directiva.
Pues José Germán Zarama de la Espriella, consejero Nacional del Sena, decidió hacer una reflexión sobre la decisión de la Corte — su artículo es interesante porque, a pesar de que en el tono que maneja se nota que no le gusta la decisión, da muestras muy grandes de entender que en todo caso la decisión es correcta porque a pesar de sus gustos, deben primar el imperio de la ley y la igualdad (que la Corte garantizó al proteger el laicismo):