El hecho de que la Iglesia Católica siga propugnando y defendiendo el adoctrinamiento de niños en su espantosa fe, muy probablemente encuentra sustento en que la horripilante institución concibe a los niños como pertenencias, como objetos, en vez de como personas independientes en formación.
Por eso los tratan como objetos sexuales y, como ocurrió en la España franquista y posfranquista, los vendían:
Por eso los tratan como objetos sexuales y, como ocurrió en la España franquista y posfranquista, los vendían: