Siempre me pasa. Cuando escribo en el Twitter de algún funcionario público o una dependencia estatal, me fijo en su timeline, como por ver qué hay de nuevo. Y siempre me encuentro con promociones de estupideces, ya sea de la religión, o de la pseudociencia (¡los del Jardín Botánico!) o ambas.
Esta vez fue el Invima:
Esta vez fue el Invima: