En más veces de las que puedo contar he repetido hasta la saciedad que la base de la sociedad no es la familia. Somos los individuos, que votamos, revocamos mandatos y asumimos responsabilidad por nuestros actos.
Sin embargo, esa falacia de construir sociedades sobre las familias le ha permitido a los religiosos seguir promoviendo la discriminación y ponerla al servicio de sus prejuicios.
Así lo vinieron a descubrir esta semana en la revista Arcadia:
Sin embargo, esa falacia de construir sociedades sobre las familias le ha permitido a los religiosos seguir promoviendo la discriminación y ponerla al servicio de sus prejuicios.
Así lo vinieron a descubrir esta semana en la revista Arcadia: