Buena parte de la investigación psicológica ha concluido que creer en dios está asociado positivamente con una mejor salud mental que ser ateo. Estas investigaciones han tenido graves problemas metodológicos, como meter en un mismo grupo a los creyentes de baja religiosidad y a la población secular, y reducir la creencia en dios al cristianismo.
Un artículo publicado en Psychology of Religion and Spirituality, y que corrigió esos errores metodológicos, llegó a conclusiones interesantes, que cuestionan las anteriores: