A finales de abril conocimos el
caso de Miguel Trujillo, un profesor de Filosofía ateo de Garzón (Huila) que puso a pensar a sus estudiantes, y como los analfabetos padres de familia no pudieron responder a las preguntas que les planteaban sus hijos al salir de clase,
recurrieron al amor cristiano — amenazas, intimidaciones, incitación al matoneo desde la parroquia local. Uno de estos especímenes incluso
intentó golpearlo durante una entrega de calificaciones, aprovechándose de que Trujillo estaba convaleciente. ¡Tan valientes ellos!
Ayer, Bogotá Atea publicó una
entrevista al profesor, donde
Trujillo cuenta su versión de los hechos (¡que a los medios tradicionales no les interesó!) donde queda bastante claro que los creyentes del pueblo son hipócritas y peligrosos: