En Colombia no es extraño encontrar iconografía católica invadiendo y afeando el espacio público, algo con lo que esa superstición cosecha las ventajas de la teocracia que imperó hasta bien entrado el siglo 20.
Por ejemplo, en Floridablanca (Santander) hay una estatua de la figura mitológica católica de la 'virgen' estorbando el paso peatonal en el barrio Zapamanga — la imagen fue denunciada precisamente porque viola el laicismo y, ohh, casualidad, la estatua empezó a 'llorar' sangre: