Otra de plebitusa. A mí tampoco me gusta que los artículos del mediodía empiecen a girar sobre este tema exclusivamente pero, mal que nos pese, la
victoria del fascismo en las urnas significó un impulso político muy fuerte a su aliado natural —la religión; en este caso, el cristianismo— y como
aquí nos importan el laicismo y los DDHH, tengo que seguir comentando al respecto. (Por cierto, algunos lectores se han molestado con mis afirmaciones sobre la victoria del NO, en particular, sobre la superioridad moral del SÍ y cómo la victoria del NO es una victoria del fascismo y una derrota de la democracia — no espero que todos estén de acuerdo conmigo, pero para eso están los artículos respectivos: el de
por qué voté SÍ y el de
qué significó la victoria del NO; si quieren debatir y tener un intercambio honesto de ideas sobre esos temas en particular, las secciones de comentarios de ambos artículos están abiertas.)
Volviendo al tema, la semana pasada las iglesias evangélicas que impulsaron el NO presentaron
ocho peticiones, que fueron comentadas a la revista
Semana por el pastor
Héctor Pardo, de la secta Tabernáculo de la Fe: